Maletita preparada y nos vamos para el Hospital, después de haber limpiado convenientemente las tuberías. Se ha intentado tener la mejor feria posible en estas circunstancias, así que aquí estamos. Maribel con nervios propios para la ocasión pero con ganas de pelea y confiando en estos jabatos del equipo de proctología del Virgen del Rocío. Desde el principio y desde que nos dieron la noticia/hachazo de lo que le habían encontrado en el colon, teníamos muy claro que había que dar los pasos que nos dijeran en cada momento, que no teníamos otra cosa que hacer en la vida ahora mismo, mas que curarse y que no cargaríamos con nadie, más que con nuestros hijos.
Dicho y hecho. Partimos con ventaja. Maribel es una mujer excepcionalmente fuerte, con gran espíritu de entrega y una paciente ejemplar. Alguna complicación en la operación pero nada que con esfuerzo y paciencia no se pueda resolver.
La ha operado Fernando de la Portilla, jefe del servicio de proctología del Virgen del Rocío. Fernando, en opinión de sus compañeros es un tío muy hábil en este tipo de intervenciones. Desde el minuto uno nos informó con detalle de todos los pormenores de la intervención y en un ambiente distendido planificó la fecha de la intervención, el ingreso, todo el preoperatorio y hasta hoy todos los pasos se están dando conforme a lo previsto. Confío en que todo se vaya desarrollando bien y que vayamos superando poco a poco todo lo que se ponga por delante.
Hoy, 24 horas después de la operación, Maribel tiene muy buen color. A esta hora, 12:30 del mediodía, duerme plácidamente con el sonido de fondo del programa de Ana Rosa en la tele y con más tubos y drenajes de los que quisiéramos enchufados pero da igual.
La habitación durante esta mañana parecía la calle Sierpes el primer día de rebajas: al amanecer, el enfermero de noche que cambiaba el suero y le ponía la pauta de antibióticos y revisa todo el sistema de tuberías varias; Fernando, su cirujano entra a continuación, hace una visual de la situación y charla con nosotros de los pormenores de la operación, ya más tranquilos y con menos anestesia que ayer; ni diez minutos más tarde aparece el urólogo que le reparó el uréter para ver el tema y de camino charlar un ratito, ya que fue compañero de residencia de Maribel; poco después se presentaba la enfermera de turno para darle los buenos días y cambiar la bolsa de la orina y comprobar el drenaje del uréter; entra el anestesista con su ayudante para comprobar y sustituir la medicación que vía epidural le están administrando desde ayer y que va a tener durante las primeras 48 h; saliendo por la puerta y mientras me tomo el primer café del día me cruzo con dos auxiliares que asean a Maribel y le ponen sabanas limpias; una nueva enfermera viene y revisa los apósitos y las curas; el cirujano de planta pasa sala, todo bien después de las primeras 24 horas; controlan el drenaje del uréter. Una limpiadora deja la habitación y el baño como una patena.
Está lloviendo como si no hubiera un mañana. Dentro de un rato voy a casa a darle una vuelta a los niños, y ya iremos viendo.
Los amigos (que en realidad son parte de mi familia), se han fajado bien para esta batalla: Concha, vestida de azul quirófano, antes, durante y después de la intervención, nuestros ojos y oídos en este lío y el salvavidas del pibón en el trance. Mi compadre Javier intentando encontrar el móvil pero me comunico con él con el alma, así que no hay problema. El Jordi, dando ánimos desde la distancia a todas horas y mas informado que el director del CNI. Marisa, en cuanto dejó apañada a su madre, aguantándome en la cafetería del hospital hasta que se nos puso el culo cuadrado. El teléfono, el guasa, el SMS, el correo, todo echando humo durante todo el día. Conseguí que los niños hablasen con su madre después ya en la habitación, bendita tecnología. A ver qué tal se da este nuevo y lluviosisimo día en este hospital. Confiemos en que todo bien.
Cada día, mejor color.
Comienza a tomar líquidos. Poco a poco. Ya estoy cansado y después de lo del puñetero Betis de ayer....bueno todo sea por alegrarle la vida a la bética que tengo al lado.
Segundo día de hospital por la noche. Tenemos vecina nueva. Una señora de mediana edad bastante educada, con su hija de acompañante. Mañana a primera hora se opera de no sabemos exactamente qué. Bueno, como ya Maribel es veterana, le ha instruido de todo lo que la señora ha querido preguntar y de lo que no pero se intuía. En fin, como poco se ha contribuido a infundir tranquilidad y que los paseos continuos al baño se lleven mejor.
Mi hija Marta ha contribuido particularmente a meter un poco mas el dedo en la llaga: ha colgado una bufanda del Betis en la barandilla de la cama de Maribel. No respondo de que no haya algún incidente en su recuperación. Nuevamente me doy cuenta cada día mas que mi segundo nombre es Job, el santo Job.
11:20 de la noche. Visita de la enfermera y nuevo repostaje de sueros, antibióticos, revisión de sondas, drenajes y demás. De fondo, los morancos por la tele. Un poco de cachondeo para bajar la tensión.
12:20, habrá que dormir lo que se pueda. El chute de tranxilium hace su efecto. El pibón duerme plácidamente. Me acomodo como puedo en este sillón que parece traído del museo de los horrores. Clic.
4 de mayo. Antes de empezar su jornada se ha pasado por aquí Pedro, el urólogo, para interesarse por el estado de Maribel. Se va contento, nosotros nos quedamos contentos igualmente. Me cuadro un cafelito con una tostada con aceite como el brazo de un gitano. Necesito reponer reservas para seguir al pie del cañón. Maribel se pone presentable y se enchufa al programa de Ana Rosa. La compi de habitación se la han llevado a chapa y pintura y con ella sus nervios y los de los familiares. He aprendido a convivir con la tensión de este sitio. De momento lo llevo bien. Persiana arriba, ventana abierta, entra un poco de brisa y nubes de primavera dan paseítos por los alrededores.
Los anestesistas aterrizan por la habitación y con la mejor de sus sonrisas comentan que van a retirar hoy la epidural y que pautarán analgésicos varios a partir de ahora si las molestias aprietan. Maribel pone cara rara. Se ha acostumbrado a la buena vida que le han venido proporcionando estos camellos legales, dicho sea desde el cariño, que son unos santos. No sé si preocuparme, pero cuando esta gente ha hablado de dolantina de rescate, se le ha puesto una mirada un tanto sucia aquí a la bética. Encima del cabecero de la cama hay una estampita de la Macarena. En la mesita de la compi que está ahora en quirófano hay una virgencita también. Todo ayuda, todo ayuda. Bueno, todo menos la puñetera bufanda del otro equipo de la ciudad que sigue anudada a la barandilla de la cama.
Sin duda, cada vez mejor aspecto.
5 de mayo. Después del susto de anoche de Marta con el coche (una pedrada en el parabrisas regresando a casa de noche), el sueño nos venció bastante tarde y llevo todo el día en un duermevelas. Quiero antes que nada desear a esa o ese espécimen que lanzó la piedra que casi provoca un grave accidente a mi hija, que ojalá se haya levantado hoy con los cojones llenos de los cristales que saltaron a la cara de Marta, y que después de una buena rascada se haya dejado su escroto como un chicharrón de Chiclana. Seguro que así no se le ocurre otra cabronada como la de ayer. Por respeto a la posibilidad de que haya sido una mujer, solo le deseo que mañana al mirarse al espejo contemple su espléndida calvicie y que al buscar las llaves en el bolso, solo encuentre la porra seccionada de su pareja entre hilos de sangre.
Creo que me he acostumbrado a dormir despierto. Después de dejar al pibón con un aspecto genial, iluminada por el nublado de la mañana, me fui por el Juli. Ayer le prometí que lo traería a ver a su madre. Me calló una mojada de categoría, corriendo por la calle hasta donde tenía el coche aparcado, pero da igual. Últimamente casi todo da igual, casi todo. La visita de Julián alegró un poco la habitación 349 de esta santa casa. Después de un ratillo nos fuimos al mesón casa Paco, donde dimos un digno trato a un revuelto de papas con jamón y pimientos, y unas tapillas de espinacas con garbanzos y chistorritas al vino. Besitos a la bética y vamos que nos vamos en busca de unos heladitos para el postre de los niños.
En casa, tarde de cafelito, ducha y plancha y después de atender la dosis de llamadas de teléfono habituales, un riojita con mis compadres y a pasar la noche con Maribel. El cirujano de guardia dice que todo va de lujo y que se atreva ya con una dieta más normal (ya conocemos la traducción de normal en el ámbito hospitalario). Buenas noches, que me voy a pulir en este cojonudo aparatito en el que junto estas letras, la peli del Coronado, "no habrá paz para los malvados". Clic. Bueno, insiste en hacerse una foto porque aparece en la almohada el nombre de su empresa. No, no me preguntéis, que es inútil. Lo dicho, clic.
6 de mayo. Quinto día de hospital. Es domingo y los "recortes/ajustes/optimización de recursos", se vienen notando. 11:00 de la mañana y aun no se han cambiado las sabanas de la cama, el termómetro que trajeron a las 9 de la mañana sigue en la mesilla. Menos mal que no tienen que tomar ninguna decisión terapéutica por si tuviera fiebre. Alguien ha entrado y ha preguntado si "necesitamos un vaso limpio"? La limpiadora hace su trabajo, lento pero seguro. Aun no le han puesto la medicación, el depósito del drenaje está a punto de poner las paredes como un bar de copas como no vengan pronto a cambiarlo. Un poco de paciencia antes de que empiecen a llevarme los demonios y vaya al control de enfermería a cagarme en todo. No me creo que haya que conformarse con el temita de que como es domingo...y qué. ¿Se van de fin de semana los virus, las bacterias, los males se toman un descanso?
Estamos en un todo incluido un fin de semana y como se acabe la tónica, el hielo o los botellines, juramos en hebreo. Aquí nos jodemos porque es domingo. Bien, media hora mas y voy a por la de cañones recortados. Me he traído en el iPad para este domingo, "un día de furia" y voy a empezar ya. Espero que el próximo párrafo tenga otro tono. Si no, poner el informativo de telecinco que hoy van a hacer un monográfico sobre mi.
Ha habido suerte, no se para quien, pero saliendo por la puerta una enfermera entra con su carrito de curas, sueros y demás. Las auxiliares cambian las camas. Se ha evitado un baño de sangre. No son las primeras de su promoción de enfermería pero nos apañaremos hoy. Con suerte son capaces de poner un esparadrapo sin romperse una uña. Confío en que no sea necesario hacer algo más complicado. Ya llegará mañana. Se avecina una tarde de visiteo. Armarse de paciencia y de buenas formas. Me duelen los pulgares de contestar mensajes, correo y guasas en el móvil.
El termómetro ya forma parte de la decoración permanente de la habitación. Cuando vengan a por él, le diré a la enfermera que lo use para comprobar ella su temperatura rectal.
Feliz día de la madre. La tropa cura más que las medicinas.
Los niños han traído cosas para alegrar la tarde y parece que surten efecto. Esperamos con ganas el inicio de la semana. A ver qué dicen los cirujanos, urólogos, enfermeros y no sé si tendrán también que consultar a los celadores que, como todos sabemos, son los que mandan en los hospitales. Si el celador no te lleva o no te trae, despídete de que te hagan ni una puñetera radiografía, ni nada de nada y mucho menos que te atiendan. Si el celador no te mete dentro de las urgencias en el carrito de turno, la palmas en la puerta como un perro.
Buenas noches, clic.
7 de mayo. Sexto día de hospital. Ha venido Fernando, ha hecho las dos o tres preguntas que están grabadas en piedra en el aula magna de la facultad de medicina: cómo te encuentras, tienes dolor, has tenido fiebre? Y la pregunta estrella de los proctólogos: has obrado? Bien, nos hemos defendido del cuestionario más o menos airosamente pero en el tema de obrar, seguimos suspendiendo. Al pibón, esta última pregunta le cae como una losa continuamente, así que no la presiono. Esperaremos a que la ley de la gravedad cumpla su función.
Van a hacer algunas analíticas de los diferentes fluidos corporales que recogen en el drenaje, otro de sangre y con los resultados irán tomando decisiones. Ahora a esperar a que el urólogo pase por la tarde y diga más cosas.
El pasillo se anima, esto es un hervidero de gente. Las auxiliares comentan el finde, las enfermeras comentan cómo iba la niña de fulanita de comunión y lo mona que le había quedado la melenita, sin contar con el carrito tan original de las chuches que sacaron.
Me he acercado a los administrativos de la planta para pedirles un certificado de ingreso para la empresa. Solo han tardado 5 minutos de reloj en averiguar que la paciente Isabel Macarro está en una habitación impar y que tengo que ir al otro extremo de la planta a las administrativas de las habitaciones impares. Les hago con los dedos el signo de las tijeras mientras me muerdo la lengua. Pasilleo esperando que las enfermeras acaben pronto las curas y las cosas. El día promete.
La enfermera sale y se lleva el suero y el drenaje...bieeeeen. Esto parece que marcha. Maribel no puede resistirse y le sugiere a la enfermera la forma adecuada de tomar la muestra del líquido del drenaje para que pueda hacerse la analítica correctamente. El pibón se queja de lo feo que le va a quedar la cicatriz del drenaje. Le recomiendo un tatuaje de motivos marineros. Hace una mueca, mezcla de risa y dolor mientras se sujeta la herida de la operación.
El ruido de las bisagras de las puertas es insoportable, los recortes en la sanidad han llegado al 3 en 1? Espero que no. Pero en los trabajos a turnos siempre esperas que el del turno siguiente solucione lo que tú dejas pendiente y así sucesivamente, por lo que años después el problema seguirá y habrá que constituir alguna comisión de investigación para recomendar alguna solución. Será la comisión de asesoramiento sobre soluciones de mantenimiento predictivo y correctivo del área sanitaria del Virgen del Rocío. Se reunirá al menos con periodicidad trimestral y se dotará de los recursos humanos y materiales que sean necesarios para el cumplimiento de sus fines. Tendrá partida presupuestaria y colocaremos a algunos/as enchufados a jornada completa por supuesto. Joder, a las bisagras de las puertas que les den por donde amargan los pepinos pero, coño estamos creando empleo, frenando el ritmo de destrucción de puestos de trabajo y contribuyendo a animar el consumo interno. Igual acabamos dando alternativas a la crisis a costa del puto ruido de las bisagras de este hospital.
Voy a volver a la habitación o reviento.
Me he llegado al corte inglés y me he traído una colección de lencería hospitalaria para el pibón, es decir, braguitas sin costuras, un poco de monja, pero cómodas. También me he traído alguna cremita corporal. Hay que cuidarse. Me voy a papear que son las tantas. Clic.
Ya hemos arreglado el lío del parabrisas del susto de Marta de la otra noche. Cristina, mañana de excursión a los patios de Córdoba y el Juli a sus cosas. La habitación ya parece de menos convalecientes y de más alegrías. He hablado con mis hermanos, los depresivos, y les he contado esta aventura hospitalaria con la única condición de que mi madre no sepa nada de esto en esta vida.
El pibón suspira por un paseo por la playa, un desayuno mirando al mar, un fin de semana en Granada, una copita de manzanilla helada con unas gambitas en la bodega San Rafael de la Pañoleta. Bueno, el tiempo está acompañando y solo faltamos nosotros. Ya falta menos.
Maribel tiene un color espectacular. Ya come casi normal. Normal es la comida que pruebas fuera del hospital, pero aquí en estas circunstancias es un éxito el poder comer por ti mismo y con eso me quedo. Mañana, analítica a primera hora y a esperar resultados. Confiemos en que sean buenos. Ahora hay que apretar con una buena dosis de voluntad, de fuerza, de alegría. Todo ha ido muy rápido y nos parece un mal sueño y en eso se tiene que quedar, si o si.
A ver si hay suerte y puedo terminar de ver la peli del José Coronado esta noche. Siempre me quedo dormido y no por la peli sino por el cansancio. Llevo seis noches durmiendo en un sillón y empiezo a notarlo pero he desarrollado una capacidad de adaptación que si me aguanta el cuerpo, y así lo espero, que me echen lo que quieran. Buenas noches, otra vez. Clic.
8 de mayo. Enésimo día de hospital. Las cosas marchan bien. Ya me conozco a todos los turnos de los camareros del bar de abajo. Creo que no ido tanto a un bar desde mi época de estudiante, pero creo que en aquella época no hacia una dieta tan saludable como ahora.
Ya han venido el urólogo y el cirujano. Los análisis del liquido del drenaje han dado buenos resultados y se lo van a quitar definitivamente hoy. Parece que el tema del uréter se está resolviendo bien, toquemos madera. Hoy, bollito de leche para el desayuno. Lujo total.
Me he dado un pequeño homenaje a mediodía con mi hermano mayor: un par de cervecitas para acompañar unos taquitos de payoyo y unas chistorritas en vino. Esta tarde ha venido Fernando, como prometió esta mañana, y...BUENAS NOTICIAS: NOS VAMOS DE ALTA MAÑANA. No sé si con sonda o sin ella, pero para casa. Son buenas noticias, joder. A recuperarse y a continuar la pelea. Atención a la cara del pibón después de saber que mañana se va de alta. Impagable.
9 de mayo. Ultimo día de hospital. El urólogo y el cirujano ya han pasado por aquí y estamos esperando a que retiren las últimas amarras, léase sonda urinaria, para zarpar hacia casa. Dentro de un rato iré bajando cosas al coche, que en una semana se acumulan bastantes y a esperar un poco el mamoneo administrativo para el definitivo banderazo de salida. No veo el momento de irnos. Ahora nos esperan unos días para que se recupere el pibón, que ya conocemos sus aptitudes para esto y luego arrancaremos la segunda parte de esta aventura que va a ir bien con toda seguridad. No se admite otra opción.
Maribel ya no se ha puesto el camisón del hospital. Se ha puesto uno de alta lencería del corte inglés. Recién lavá y recién peiná y mirando para el pasillo a ver si vienen ya las enfermeras a liberarla de los últimos tubos. Paciencia que las prisas no son buenas compañías. El pibón habla por teléfono con Conchy. Esto ya tiene otra pinta.
Os acordáis del 3 en 1?...un tío de mantenimiento ha venido y ha engrasado las bisagras. Dios existe y nos desea buena suerte.
4 de la tarde en Gines. Escribo estas últimas líneas de este cuaderno/entretenimiento/psicoterapia desde el dormitorio de mi casa donde contemplo al pibón descansando en nuestra cama. Empiezo a respirar otra vez. Nos reponemos y a pelear. Hace falta algo más que esto para hacer doblar la rodilla a esta familia.
Doy por terminado este cuaderno de bitácora. Confió en que no haya segunda parte. Clic, de una puta vez.
Mayo de 2012.
Leyendo esto puedo hacerme una idea de lo que habéis pasado. Sois muy fuertes. Fuerte abrazo a Maribel y a la familia. Jorge
ResponderEliminarMuchas gracias tío. A día de hoy y después de unos días en la playa, cogemos fuerza para continuar la pelea. A por la tercera sesión de quimio, que ya queda menos. Un abrazo.
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