martes, 4 de septiembre de 2012


Ejemplos claros y verídicos de presbicia:

1.- Se me aflojan los tornillos de las gafas de repuesto que tengo en la oficina. Para apretarlos necesito otras gafas que no tengo. Desmonto uno de los cristales para poder apretar los tornillos del resto de las gafas, utilizando el cristal desmontado a modo de monóculo.

2.- Compro por error en los servicios de un restaurante durante una comida de empresa, una caja de preservativos pensando que eran chicles de fresa. No contento con el error, ofrezco estos “chicles” al resto de comensales, incluido mi jefe.

3.-Para la taquilla del gimnasio utilizo un candado nuevo que me ha regalado mi mujer con sistema de apertura por una combinación de números, así no necesito llaves que puedan perderse. Cuando intento abrirlo no distingo los números y no puedo poner la combinación correcta. Acabo pidiendo al primero que pasa por el pasillo que me eche una mano y ponga la combinación “secreta”  que yo mismo le revelo para poder abrir la puñetera taquilla.

4.- Pido la cuenta en un restaurante y le pido a los clientes de la mesa de al lado que me digan cuánto es, acompañándolo con la frase que decía mi abuela, “hija es que no veo…”
A más ver herman@s. Amenazo con volver.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Cuaderno de bitácora. Aventura hospitalaria, espero que primera y última parte

Maletita preparada y nos vamos para el Hospital, después de haber limpiado convenientemente las tuberías. Se ha intentado tener la mejor feria posible en estas circunstancias, así que aquí estamos. Maribel con nervios propios para la ocasión pero con ganas de pelea y confiando en estos jabatos del equipo de proctología del Virgen del Rocío. Desde el principio y desde que nos dieron la noticia/hachazo de lo que le habían encontrado en el colon, teníamos muy claro que había que dar los pasos que nos dijeran en cada momento, que no teníamos otra cosa que hacer en la vida ahora mismo, mas que curarse y que no cargaríamos con nadie, más que con nuestros hijos. Dicho y hecho. Partimos con ventaja. Maribel es una mujer excepcionalmente fuerte, con gran espíritu de entrega y una paciente ejemplar. Alguna complicación en la operación pero nada que con esfuerzo y paciencia no se pueda resolver. La ha operado Fernando de la Portilla, jefe del servicio de proctología del Virgen del Rocío. Fernando, en opinión de sus compañeros es un tío muy hábil en este tipo de intervenciones. Desde el minuto uno nos informó con detalle de todos los pormenores de la intervención y en un ambiente distendido planificó la fecha de la intervención, el ingreso, todo el preoperatorio y hasta hoy todos los pasos se están dando conforme a lo previsto. Confío en que todo se vaya desarrollando bien y que vayamos superando poco a poco todo lo que se ponga por delante.

Hoy, 24 horas después de la operación, Maribel tiene muy buen color. A esta hora, 12:30 del mediodía, duerme plácidamente con el sonido de fondo del programa de Ana Rosa en la tele y con más tubos y drenajes de los que quisiéramos enchufados pero da igual. La habitación durante esta mañana parecía la calle Sierpes el primer día de rebajas: al amanecer, el enfermero de noche que cambiaba el suero y le ponía la pauta de antibióticos y revisa todo el sistema de tuberías varias; Fernando, su cirujano entra a continuación, hace una visual de la situación y charla con nosotros de los pormenores de la operación, ya más tranquilos y con menos anestesia que ayer; ni diez minutos más tarde aparece el urólogo que le reparó el uréter para ver el tema y de camino charlar un ratito, ya que fue compañero de residencia de Maribel; poco después se presentaba la enfermera de turno para darle los buenos días y cambiar la bolsa de la orina y comprobar el drenaje del uréter; entra el anestesista con su ayudante para comprobar y sustituir la medicación que vía epidural le están administrando desde ayer y que va a tener durante las primeras 48 h; saliendo por la puerta y mientras me tomo el primer café del día me cruzo con dos auxiliares que asean a Maribel y le ponen sabanas limpias; una nueva enfermera viene y revisa los apósitos y las curas; el cirujano de planta pasa sala, todo bien después de las primeras 24 horas; controlan el drenaje del uréter. Una limpiadora deja la habitación y el baño como una patena. Está lloviendo como si no hubiera un mañana. Dentro de un rato voy a casa a darle una vuelta a los niños, y ya iremos viendo. Los amigos (que en realidad son parte de mi familia), se han fajado bien para esta batalla: Concha, vestida de azul quirófano, antes, durante y después de la intervención, nuestros ojos y oídos en este lío y el salvavidas del pibón en el trance. Mi compadre Javier intentando encontrar el móvil pero me comunico con él con el alma, así que no hay problema. El Jordi, dando ánimos desde la distancia a todas horas y mas informado que el director del CNI. Marisa, en cuanto dejó apañada a su madre, aguantándome en la cafetería del hospital hasta que se nos puso el culo cuadrado. El teléfono, el guasa, el SMS, el correo, todo echando humo durante todo el día. Conseguí que los niños hablasen con su madre después ya en la habitación, bendita tecnología. A ver qué tal se da este nuevo y lluviosisimo día en este hospital. Confiemos en que todo bien. Cada día, mejor color. Comienza a tomar líquidos. Poco a poco. Ya estoy cansado y después de lo del puñetero Betis de ayer....bueno todo sea por alegrarle la vida a la bética que tengo al lado. Segundo día de hospital por la noche. Tenemos vecina nueva. Una señora de mediana edad bastante educada, con su hija de acompañante. Mañana a primera hora se opera de no sabemos exactamente qué. Bueno, como ya Maribel es veterana, le ha instruido de todo lo que la señora ha querido preguntar y de lo que no pero se intuía. En fin, como poco se ha contribuido a infundir tranquilidad y que los paseos continuos al baño se lleven mejor. Mi hija Marta ha contribuido particularmente a meter un poco mas el dedo en la llaga: ha colgado una bufanda del Betis en la barandilla de la cama de Maribel. No respondo de que no haya algún incidente en su recuperación. Nuevamente me doy cuenta cada día mas que mi segundo nombre es Job, el santo Job. 11:20 de la noche. Visita de la enfermera y nuevo repostaje de sueros, antibióticos, revisión de sondas, drenajes y demás. De fondo, los morancos por la tele. Un poco de cachondeo para bajar la tensión. 12:20, habrá que dormir lo que se pueda. El chute de tranxilium hace su efecto. El pibón duerme plácidamente. Me acomodo como puedo en este sillón que parece traído del museo de los horrores. Clic.

4 de mayo. Antes de empezar su jornada se ha pasado por aquí Pedro, el urólogo, para interesarse por el estado de Maribel. Se va contento, nosotros nos quedamos contentos igualmente. Me cuadro un cafelito con una tostada con aceite como el brazo de un gitano. Necesito reponer reservas para seguir al pie del cañón. Maribel se pone presentable y se enchufa al programa de Ana Rosa. La compi de habitación se la han llevado a chapa y pintura y con ella sus nervios y los de los familiares. He aprendido a convivir con la tensión de este sitio. De momento lo llevo bien. Persiana arriba, ventana abierta, entra un poco de brisa y nubes de primavera dan paseítos por los alrededores. Los anestesistas aterrizan por la habitación y con la mejor de sus sonrisas comentan que van a retirar hoy la epidural y que pautarán analgésicos varios a partir de ahora si las molestias aprietan. Maribel pone cara rara. Se ha acostumbrado a la buena vida que le han venido proporcionando estos camellos legales, dicho sea desde el cariño, que son unos santos. No sé si preocuparme, pero cuando esta gente ha hablado de dolantina de rescate, se le ha puesto una mirada un tanto sucia aquí a la bética. Encima del cabecero de la cama hay una estampita de la Macarena. En la mesita de la compi que está ahora en quirófano hay una virgencita también. Todo ayuda, todo ayuda. Bueno, todo menos la puñetera bufanda del otro equipo de la ciudad que sigue anudada a la barandilla de la cama. Sin duda, cada vez mejor aspecto.

5 de mayo. Después del susto de anoche de Marta con el coche (una pedrada en el parabrisas regresando a casa de noche), el sueño nos venció bastante tarde y llevo todo el día en un duermevelas. Quiero antes que nada desear a esa o ese espécimen que lanzó la piedra que casi provoca un grave accidente a mi hija, que ojalá se haya levantado hoy con los cojones llenos de los cristales que saltaron a la cara de Marta, y que después de una buena rascada se haya dejado su escroto como un chicharrón de Chiclana. Seguro que así no se le ocurre otra cabronada como la de ayer. Por respeto a la posibilidad de que haya sido una mujer, solo le deseo que mañana al mirarse al espejo contemple su espléndida calvicie y que al buscar las llaves en el bolso, solo encuentre la porra seccionada de su pareja entre hilos de sangre. Creo que me he acostumbrado a dormir despierto. Después de dejar al pibón con un aspecto genial, iluminada por el nublado de la mañana, me fui por el Juli. Ayer le prometí que lo traería a ver a su madre. Me calló una mojada de categoría, corriendo por la calle hasta donde tenía el coche aparcado, pero da igual. Últimamente casi todo da igual, casi todo. La visita de Julián alegró un poco la habitación 349 de esta santa casa. Después de un ratillo nos fuimos al mesón casa Paco, donde dimos un digno trato a un revuelto de papas con jamón y pimientos, y unas tapillas de espinacas con garbanzos y chistorritas al vino. Besitos a la bética y vamos que nos vamos en busca de unos heladitos para el postre de los niños. En casa, tarde de cafelito, ducha y plancha y después de atender la dosis de llamadas de teléfono habituales, un riojita con mis compadres y a pasar la noche con Maribel. El cirujano de guardia dice que todo va de lujo y que se atreva ya con una dieta más normal (ya conocemos la traducción de normal en el ámbito hospitalario). Buenas noches, que me voy a pulir en este cojonudo aparatito en el que junto estas letras, la peli del Coronado, "no habrá paz para los malvados". Clic. Bueno, insiste en hacerse una foto porque aparece en la almohada el nombre de su empresa. No, no me preguntéis, que es inútil. Lo dicho, clic.

6 de mayo. Quinto día de hospital. Es domingo y los "recortes/ajustes/optimización de recursos", se vienen notando. 11:00 de la mañana y aun no se han cambiado las sabanas de la cama, el termómetro que trajeron a las 9 de la mañana sigue en la mesilla. Menos mal que no tienen que tomar ninguna decisión terapéutica por si tuviera fiebre. Alguien ha entrado y ha preguntado si "necesitamos un vaso limpio"? La limpiadora hace su trabajo, lento pero seguro. Aun no le han puesto la medicación, el depósito del drenaje está a punto de poner las paredes como un bar de copas como no vengan pronto a cambiarlo. Un poco de paciencia antes de que empiecen a llevarme los demonios y vaya al control de enfermería a cagarme en todo. No me creo que haya que conformarse con el temita de que como es domingo...y qué. ¿Se van de fin de semana los virus, las bacterias, los males se toman un descanso? Estamos en un todo incluido un fin de semana y como se acabe la tónica, el hielo o los botellines, juramos en hebreo. Aquí nos jodemos porque es domingo. Bien, media hora mas y voy a por la de cañones recortados. Me he traído en el iPad para este domingo, "un día de furia" y voy a empezar ya. Espero que el próximo párrafo tenga otro tono. Si no, poner el informativo de telecinco que hoy van a hacer un monográfico sobre mi. Ha habido suerte, no se para quien, pero saliendo por la puerta una enfermera entra con su carrito de curas, sueros y demás. Las auxiliares cambian las camas. Se ha evitado un baño de sangre. No son las primeras de su promoción de enfermería pero nos apañaremos hoy. Con suerte son capaces de poner un esparadrapo sin romperse una uña. Confío en que no sea necesario hacer algo más complicado. Ya llegará mañana. Se avecina una tarde de visiteo. Armarse de paciencia y de buenas formas. Me duelen los pulgares de contestar mensajes, correo y guasas en el móvil. El termómetro ya forma parte de la decoración permanente de la habitación. Cuando vengan a por él, le diré a la enfermera que lo use para comprobar ella su temperatura rectal. Feliz día de la madre. La tropa cura más que las medicinas. Los niños han traído cosas para alegrar la tarde y parece que surten efecto. Esperamos con ganas el inicio de la semana. A ver qué dicen los cirujanos, urólogos, enfermeros y no sé si tendrán también que consultar a los celadores que, como todos sabemos, son los que mandan en los hospitales. Si el celador no te lleva o no te trae, despídete de que te hagan ni una puñetera radiografía, ni nada de nada y mucho menos que te atiendan. Si el celador no te mete dentro de las urgencias en el carrito de turno, la palmas en la puerta como un perro. Buenas noches, clic.

7 de mayo. Sexto día de hospital. Ha venido Fernando, ha hecho las dos o tres preguntas que están grabadas en piedra en el aula magna de la facultad de medicina: cómo te encuentras, tienes dolor, has tenido fiebre? Y la pregunta estrella de los proctólogos: has obrado? Bien, nos hemos defendido del cuestionario más o menos airosamente pero en el tema de obrar, seguimos suspendiendo. Al pibón, esta última pregunta le cae como una losa continuamente, así que no la presiono. Esperaremos a que la ley de la gravedad cumpla su función. Van a hacer algunas analíticas de los diferentes fluidos corporales que recogen en el drenaje, otro de sangre y con los resultados irán tomando decisiones. Ahora a esperar a que el urólogo pase por la tarde y diga más cosas. El pasillo se anima, esto es un hervidero de gente. Las auxiliares comentan el finde, las enfermeras comentan cómo iba la niña de fulanita de comunión y lo mona que le había quedado la melenita, sin contar con el carrito tan original de las chuches que sacaron. Me he acercado a los administrativos de la planta para pedirles un certificado de ingreso para la empresa. Solo han tardado 5 minutos de reloj en averiguar que la paciente Isabel Macarro está en una habitación impar y que tengo que ir al otro extremo de la planta a las administrativas de las habitaciones impares. Les hago con los dedos el signo de las tijeras mientras me muerdo la lengua. Pasilleo esperando que las enfermeras acaben pronto las curas y las cosas. El día promete. La enfermera sale y se lleva el suero y el drenaje...bieeeeen. Esto parece que marcha. Maribel no puede resistirse y le sugiere a la enfermera la forma adecuada de tomar la muestra del líquido del drenaje para que pueda hacerse la analítica correctamente. El pibón se queja de lo feo que le va a quedar la cicatriz del drenaje. Le recomiendo un tatuaje de motivos marineros. Hace una mueca, mezcla de risa y dolor mientras se sujeta la herida de la operación. El ruido de las bisagras de las puertas es insoportable, los recortes en la sanidad han llegado al 3 en 1? Espero que no. Pero en los trabajos a turnos siempre esperas que el del turno siguiente solucione lo que tú dejas pendiente y así sucesivamente, por lo que años después el problema seguirá y habrá que constituir alguna comisión de investigación para recomendar alguna solución. Será la comisión de asesoramiento sobre soluciones de mantenimiento predictivo y correctivo del área sanitaria del Virgen del Rocío. Se reunirá al menos con periodicidad trimestral y se dotará de los recursos humanos y materiales que sean necesarios para el cumplimiento de sus fines. Tendrá partida presupuestaria y colocaremos a algunos/as enchufados a jornada completa por supuesto. Joder, a las bisagras de las puertas que les den por donde amargan los pepinos pero, coño estamos creando empleo, frenando el ritmo de destrucción de puestos de trabajo y contribuyendo a animar el consumo interno. Igual acabamos dando alternativas a la crisis a costa del puto ruido de las bisagras de este hospital. Voy a volver a la habitación o reviento. Me he llegado al corte inglés y me he traído una colección de lencería hospitalaria para el pibón, es decir, braguitas sin costuras, un poco de monja, pero cómodas. También me he traído alguna cremita corporal. Hay que cuidarse. Me voy a papear que son las tantas. Clic. Ya hemos arreglado el lío del parabrisas del susto de Marta de la otra noche. Cristina, mañana de excursión a los patios de Córdoba y el Juli a sus cosas. La habitación ya parece de menos convalecientes y de más alegrías. He hablado con mis hermanos, los depresivos, y les he contado esta aventura hospitalaria con la única condición de que mi madre no sepa nada de esto en esta vida. El pibón suspira por un paseo por la playa, un desayuno mirando al mar, un fin de semana en Granada, una copita de manzanilla helada con unas gambitas en la bodega San Rafael de la Pañoleta. Bueno, el tiempo está acompañando y solo faltamos nosotros. Ya falta menos. Maribel tiene un color espectacular. Ya come casi normal. Normal es la comida que pruebas fuera del hospital, pero aquí en estas circunstancias es un éxito el poder comer por ti mismo y con eso me quedo. Mañana, analítica a primera hora y a esperar resultados. Confiemos en que sean buenos. Ahora hay que apretar con una buena dosis de voluntad, de fuerza, de alegría. Todo ha ido muy rápido y nos parece un mal sueño y en eso se tiene que quedar, si o si. A ver si hay suerte y puedo terminar de ver la peli del José Coronado esta noche. Siempre me quedo dormido y no por la peli sino por el cansancio. Llevo seis noches durmiendo en un sillón y empiezo a notarlo pero he desarrollado una capacidad de adaptación que si me aguanta el cuerpo, y así lo espero, que me echen lo que quieran. Buenas noches, otra vez. Clic.

8 de mayo. Enésimo día de hospital. Las cosas marchan bien. Ya me conozco a todos los turnos de los camareros del bar de abajo. Creo que no ido tanto a un bar desde mi época de estudiante, pero creo que en aquella época no hacia una dieta tan saludable como ahora. Ya han venido el urólogo y el cirujano. Los análisis del liquido del drenaje han dado buenos resultados y se lo van a quitar definitivamente hoy. Parece que el tema del uréter se está resolviendo bien, toquemos madera. Hoy, bollito de leche para el desayuno. Lujo total. Me he dado un pequeño homenaje a mediodía con mi hermano mayor: un par de cervecitas para acompañar unos taquitos de payoyo y unas chistorritas en vino. Esta tarde ha venido Fernando, como prometió esta mañana, y...BUENAS NOTICIAS: NOS VAMOS DE ALTA MAÑANA. No sé si con sonda o sin ella, pero para casa. Son buenas noticias, joder. A recuperarse y a continuar la pelea. Atención a la cara del pibón después de saber que mañana se va de alta. Impagable.

9 de mayo. Ultimo día de hospital. El urólogo y el cirujano ya han pasado por aquí y estamos esperando a que retiren las últimas amarras, léase sonda urinaria, para zarpar hacia casa. Dentro de un rato iré bajando cosas al coche, que en una semana se acumulan bastantes y a esperar un poco el mamoneo administrativo para el definitivo banderazo de salida. No veo el momento de irnos. Ahora nos esperan unos días para que se recupere el pibón, que ya conocemos sus aptitudes para esto y luego arrancaremos la segunda parte de esta aventura que va a ir bien con toda seguridad. No se admite otra opción. Maribel ya no se ha puesto el camisón del hospital. Se ha puesto uno de alta lencería del corte inglés. Recién lavá y recién peiná y mirando para el pasillo a ver si vienen ya las enfermeras a liberarla de los últimos tubos. Paciencia que las prisas no son buenas compañías. El pibón habla por teléfono con Conchy. Esto ya tiene otra pinta. Os acordáis del 3 en 1?...un tío de mantenimiento ha venido y ha engrasado las bisagras. Dios existe y nos desea buena suerte. 4 de la tarde en Gines. Escribo estas últimas líneas de este cuaderno/entretenimiento/psicoterapia desde el dormitorio de mi casa donde contemplo al pibón descansando en nuestra cama. Empiezo a respirar otra vez. Nos reponemos y a pelear. Hace falta algo más que esto para hacer doblar la rodilla a esta familia. Doy por terminado este cuaderno de bitácora. Confió en que no haya segunda parte. Clic, de una puta vez. Mayo de 2012.

viernes, 19 de agosto de 2011

El regalo de mi colega Jordi

Mucho tiempo sin darle al teclado, mal, muy mal, hay que hacer ejercicio mental y este como decía en aquellos lejanos tiempos en que me decidí a escribir cosas para el que no tuviera otra cosa que hacer las leyera, es muy necesario.


Así que he vuelto. Ya pagué una deuda conmigo mismo días atrás, que era decir algo sobre el concierto del año pasado de una de mis bandas preferidas y ahí quedó eso. Pero hoy me voy a centrar un poco en este veranito. Mi colega Jordi, antes de irnos de vacaciones nos hizo un regalo muy interesante a la par que complicado. Así es mi colega: interesante, complicado, cachondo a su manera, cariñoso donde los haya pero, en resumen, un gran tío. Como decía, nos regaló un marco de fotos, de esos que puedes poner 7 u 8 fotos de diferentes tamaños, eso sí, con la única condición de que pusiéramos las fotos que más nos gustaran de estas vacaciones. Tengo que decir que a día de hoy aún no he puesto ninguna y ya llevo dos semanas de curro y no me acuerdo casi de las vacaciones. Bueno, sí que me acuerdo pero…no sé si hicimos muchas o pocas fotos, algunas con un móvil o Smartphone como les llaman ahora (yo les llamo juguetitos para niños grandes), otras con cámaras normales, alguna con cámara acuática (una chulada por cierto que le regalamos a mi hija pequeña por sus notas). Aún tenemos la excusa de que hay que descargarlas.


Bueno, lo que sí tengo claro es que va a ser difícil seleccionar a las 7 u 8 fotos magníficas que reflejen todo o parte de los paseos tempraneros por la playa, los desayunos con el pibón, la maravilla de la brisa de poniente, los mojitos del chiringuito de la Sonrisa, los conciertos de T-bag por la noche, la terraza al mar, el cine de verano, el pescaito frito, las boliñas, la cama gigante, el gazpacho fresquito, el barco del pelón, los partiditos de tenis y de pádel, el café irlandés con los pies en la arena, la fruta fresquita para merendar en la playa, el arroz con marisco, el pezinhos n´areia, la cerveza helada, leer en la playa,…he mencionado los desayunos y los paseos con el pibón?


Va a estar difícil, no hay duda pero se intentará. Y para la inauguración oficial del marco, comeremos y beberemos como es debido y aprovecharemos para contarnos las venturas que espero que hayan sido más que desventuras de las vacaciones con nuestros amigos. Esto de vivir en el Sur es lo que tiene, que todo se celebra igual.


Ya se han acabado de momento las vacaciones así que welcome to the jungle, herman@s.

Un saludo pal que lo quiera.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Y llegó el día de disfrutar mi regalo de cumple del 2009. El concierto de U2 en Sevilla

La verdad es que se dijeron muchas cosas sobre el concierto…muchísimas, cientos de imágenes, críticas especializadas, el abc y su información sobre el número de camiones que transportaba el montaje escénico del grupo, la gente acampando días antes para entrar los primeros al estadio, el colapso del tráfico, la "huelga general" que retrasaba un día el concierto y qué.


Pero era mi regalo y me dispuse a disfrutar como un enano junto al pibón. Mi hija con su carnet de conducir reciente nos dejó en los aledaños del estadio y se despidió de nosotros con un sintético, “estáis locos”. La verdad es que no tengo excusa y necesito de vez en cuando en mi vida un poco de locura como esta. Es lo único que echo de menos de no tener pasta, el poder ir a todos los conciertos que quiera en el lugar que sea, bueno eso y lo de no tener hipoteca.


Me compré mi camiseta de recuerdo y pa dentro. Creo que fue premonitorio que el concierto empezara con Beautiful Day. El pibón no me vió pero se me puso una sensación rara en la garganta, tipo nudo, que no recordaba desde hacía muchos años. Tardamos un buen rato en llegar al coche de vuelta pero no recuerdo haber tocado mucho el suelo.
Lo mejor que he visto en años. Eran las 3 de la mañana y el pibón y yo seguíamos como búhos sin poder dormir y hablando del concierto. Una noche mágica.



En fin, como dice mi colega Jorge, fue increíble e inolvidable. Aquí transcribo el mensaje que me envió después del concierto:


Fue in-cre-i-ble. Bono (¿icono ya mundial?) se plantó con unas cualidades vocales espectaculares.. coño mejor que en los discos...parece que el directo le hace incluso mejor cantante... increíble "Miss Sarajevo" (Era Pavarotti el que estaba allí?)
El montaje...increíble... Un amigo mío se puso a llorar... decía que era como una deuda pendiente, después de llevarnos 25 años escuchándolos... creo que tiene bastante razón. (Jorge Martín, guitarra de Despierta Janis).



"Nuestros padres aún esperan que encontremos trabajos decentes". (The Edge). Confío en que sigáis en la más absoluta de las indecencias por mucho tiempo y que vuestros padres lo vean.



Tengo que decir que esta es mi opinión y, por tanto, condicionada, como no puede ser de otra forma, por mis sentimientos, mis sensaciones y mis gustos a la hora de disfrutar de la música y lógicamente no puedo comparar con otros montajes que se han hecho en el estadio olímpico. Básicamente porque no son comparables. El que quiera ver a Madonna haciendo play back que vaya y el que quiera ver los cañones de ACDC inundando de ruido el estadio, pues… para gustos, colores. La visita del Boss... 41 shot´s me devuelve la confianza en que también la musica sigue cumpliendo su misión de denuncia social que nunca debió perder.


Este año vamos al concierto de despedida de Miguel Ríos (que lleva dos años al menos despidiéndose…). En fin, creo que se lo debo desde aquel rock&ríos o desde aquel rock de una noche de verano con Leño de teloneros.


Saludos patós. Nos vemos por la red.






lunes, 17 de mayo de 2010

Aventura familiar en Lutecia .III

La Place de la Concorde. Bueno, aunque los gabachos insisten en que fue un regalo de Egipto y que posteriormente los franceses correspondieron con un reloj que nunca funcionó, yo creo que habría que preguntar a los egipcios. De todas formas, santa Rita Rita y aquí está este imponente obelisco en el centro de la plaza. No sé si en el mismo lugar pero cerca de donde se ubicó el gran invento de la revolución francesa: la guillotina, de tan aciago recuerdo para Luis XV y María Antonieta. Es absolutamente impresionante y en una de sus caras está representada la forma en que se desmontó y transportó en barco hasta París. Lo que viene siendo una auténtica peoná. Está coronado por una especie de pirámide dorada.

Apoyados en la fuente de la plaza y relajados por el fresquito de las gotas que salpicaban, se veía a lo lejos el museo del Louvre, más allá de los jardines de las Tullerías. Ya he dicho que el tiempo en estos días de abril ha sido increíble, algo afortunadamente habitual para los que venimos del sur pero para estas criaturitas, cuatro días de sol de justicia era la maravilla de las maravillas.

Las Tullerías es un inmenso jardín que acaba a las puertas del Louvre y que en este brillante día de abril que nos tocó, parecía un documental de la 2 con cientos de lagartos al sol, quiero decir personas humanas. Flores de todos los colores, estanques y estatuas (o a lo mejor eran parisinos tostados), gente leyendo sentados en sillas alrededor de lagos artificiales, muchísimo vendedor ambulante de bebidas, ninguna alcohólica por cierto. Si quieres alcohol en París, más vale preparar la visa para el susto. Y por supuesto cienes y cienes de visitantes como nosotros que no podíamos por más que disfrutar del momento y del camino.

Al final de las Tullerías, nos encontramos con un arco coronado por una escultura de una cuadriga dorada. Parece que este arco lo mandó construir Napoleón en un alarde de autobombo porque ganaba siempre en los juegos de guerra. Si te alineas correctamente puedes ver a través del arco, la pirámide de cristal del museo del Louvre.

A la derecha y cruzando nuevamente el Sena (este río tiene más puentes que…vale no voy a hacer el chiste fácil de los funcionarios que anda la cosa jodida últimamente), llegamos a la zona donde están los buquinistas, puestos de libros usados, publicaciones y revistas antiguas, láminas y reproducciones…lo que viene siendo mi paraiso particular. Compramos algunas láminas que adornan enmarcadas en casa y que se encargan de recordarme cada día el sitio de donde vinieron.

A estas alturas estábamos un poco como los corredores de maratón en el km. 40 de carrera, así que cruzamos Le petit pont nos hicimos un par de fotos con Notre Dame de fondo y a buscar la boca de metro más cercana.

Metro-tren-hotel, cómo era aquello… “crisol de culturas” o “cubata de razas”, en fin, alojados en un vagón de metro/tren de cercanías de dos plantas, rumbo al hotel, nos repartimos para poder descansar estos cuerpos humanos tan maltratados por las caminatas parisinas. Me encalomé como pude en el piso superior del vagón. De frente en los cuatro asientos del fondo, un grupo de africanas con vestidos multicolores reían y vociferaban en vaya ud. a saber qué lengua. A mi izquierda, dos colegas con gorros rastafaris con la bandera de Jamaica dormitaban tranquilamente. Detrás, una familia oriental daba de comer a un niño. Fin de trayecto en la estación de Marne-La Vallé, hacia las siete y media de la tarde. Pero ojo, que aún no toca descansar que tenemos mesa para cenar en el café de Mickey. Al hotel, a la ducha y a rematar el día.

Has intentando cenar en un sitio donde Goofi, Pluto, Mickey y todos sus colegas andan correteando de mesa en mesa, cantando cumpleaños feliz a los afortunados y sin parar de bailar? Difícil no? Pues lo conseguimos…el postre para los “niños” era un bufé de chuches…las hamburguesas tenían forma de Mickey…para los niños estaba siendo como unos reyes magos que duran mucho más de un día…y debo confesar que para mí, la mayor parte del viaje también lo fue.

El día que regresábamos nos dio tiempo a emplear la mañana en hacer algunas compras de recuerdos y regalitos en los parques y en acabar de reventar la cámara de fotos y las atracciones que se ponían a tiro. Nos pulimos para comer unos perritos calientes (más bien perrazos) que nos os voy a decir lo que parecían, pero tengo, como no podía ser de otra forma, fotos del evento.

Volando de regreso, el pibón y yo brindamos con una copa de cava (en vaso de plástico, ya sabemos cómo va esto de los vuelos) que nos supo a gloria.

Fin de la tercera puntatta y del viaje. Si me acuerdo de más cosas, volveré a palizearos.

A bien tôt mes amis. Estos gabachos son cursis hasta para despedirse pero no puedo negar que parece que cantan cuando hablan.

Aventura familiar en Lutecia .II

Continuando con el relato de la escapadita gabacha, voy a contaros cosas de la excursión a la ciudad de París. Tras dos días intensivos en los parques que inventara nuestro crionizado amigo Walt, decidimos hacer un impass y respirar otros aires y otro ambiente.

Así que después de desayunar como campeones y de pertrechar el bolso de mi hija Marta hasta la bola de croasanes, nos encaminamos a la estación de trenes de cercanías de Marne –la Vallé que está muy cerca de nuestro alojamiento y de los parques, nos sacamos unos bonos de transporte para toda la tropa y vamos que nos vamos.

Tengo que recomendar una especie de guía de viaje que nos bajamos de internet de un blog de alguien que lo tituló, un día en París. Genial si tu objetivo es castigar bastante la suela de los zapatos, disfutar con lo que ves y que tu bolsillo se entere lo menos posible.

Tras alguna peripecia por el metro, emergimos a la superficie de la ciudad junto al Hospital de los Inválidos. Edificio dedicado a museo del ejército con una colección de cañones de todos los tamaños, modelos y con el marchamo colocado de las batallas en las que habían participado. Aparte de para estos menesteres, este edificio alberga también la tumba del petit cabrón (como diría mi admirado Pérez Reverte), comunmente conocido como Napoleón Bonaparte.

Inmensas praderas de cesped te llevan hacia el Puente de Alejandro III. Tanto verde parecen interminables campos de fútbol, aunque había cartelitos por todas partes donde prohíben expresamente echar una pachanguita (“Juego de balón estrictamente prohibido”), pero la realidad era que había grupos con porterías improvisadas con mochilas. Días como estos no deben ser muy habituales por estos lares. Paseando por esta zona un traseunte de traje oscuro le preguntó a Juli por el Hospital de los Inválidos a lo que el colega le indicó perfectamente en no se qué acento. Casualidad absoluta. Lo único que conocía de París hasta ese momento, qué tío.

Pasamos a la otra orilla del Sena, cruzando este puente, construido en honor parece ser de algún Zar de todas las Rusias y nos encaminamos hacia las cercanías de la torre Eiffel, pasando junto a la estatua de La Fallette. En este parquecito abordó al pibón una mujer que le preguntaba si se le había caído un anillo de oro que acababa de encontrar (cuidadín con esta gente que lo unico que intentan es sacarte la pasta). A la voz de taluego lucar y más mosqueado que un pavo en navidad, continuamos camino flipando con los barcos vivienda amarrados en los muelles en dirección al siguiente puente que nos devolvía a la ruta hacia la torre Eiffel.

Antes de llegar a la torre, nos encontramos con un edificio con la fachada cubierta literalmente de cesped, hasta la azotea. Me encantaría ver cómo lo cortan cuando crece, tiene que ser divertido, porque para regarlo ya tiene un riego automático que salpica de lo lindo. Unos metros más adelante y al doblar una esquina, ahí está el armatoste de hierro universal que ideó el amigo Eiffel para la expo y que inauguraron en 1.889. Nos hicimos las fotos de rigor, nos compramos un helado, nos sentamos un rato en el cesped a cepillarnos algún croisant y Marta disfrutó trapicheando y regateando con los negros que te venden llaveritos de la torre.

Ambientazo, donde los haya. Mientras cientos de personas hacían cola para subir, cientos de personas se hacían fotos y cientos de personas intentaban venderte cualquier cosa. Aquí evidencié que París debe ser la ciudad más visitada del mundo. O eso, o estaba a punto de salir la Macarena.

Continuamos nuestro paseo, cruzando hacia la Plaza del Trocadero (el mejor sitio sin duda para las fotos de la torre y de los campos de Marte), donde descansamos un buen rato mientras un grupo de bailarines tipo “fama a bailar” hacían las delicias de la afición. Detrás, un grupo de manifestantes reivindicaban el recuerdo de las personas que murieron en la catástrofe nuclear de Chernobyl (te ponía los vellos de punta la pradera llena de fotos de los muertos). Digo yo que debe ser un lugar muy concurrido para las protestas porque justo al lado de la entrada del metro había una manifestación de inmigrantes que parecían cabreados por la nueva legislación francesa sobre estancia en el país.

Después de bordearlos (rodearlos para entendernos), nos dirigimos al metro camino de la Place Charles de Gaulle y por tanto al Arco del Triunfo. En el metro está todo bastante indicado y sin muchas dificultades encontramos la línea correcta, no sin antes hacer una paradita en los servicios, lugar obligado para dar alivio a la cantidad de líquidos que nos estábamos metiendo entre pecho y espalda y que empezaban a causar estragos, y en un kiosko de prensa donde nos agenciamos Le Monde y L´equipe (para el Juli que no perdona los deportes ni estando de vacaciones).

Pocas paradas de metro más adelante salimos a la superficie delante del arco del triunfo. Dificil la foto sin que salga algún japonés tapándote medio arco, pero un poco de paciencia y fotazo para la posteridad. Además te paras en la mediana de los Campos Elíseos en los pasos de peatones y voilá, otra foto guapa. Estaba el día tan claro que se apreciaba la gente que estaba en la parte de arriba del arco. En la parte interior del arco hay colocada una bandera de la república de un tamaño descomunal. Ya que el sol apretaba, bajamos dirección a la Place de la Concorde por el lado de la sombrita. Me sorprendió la cantidad de gente, y por supuesto la cantidad de coches deportivos. Debe ser que para el que tiene uno, el sitio auténtico para pasearlo y que sin duda te miren son los Campos Elíseos. Me da escalofríos imaginarme los tanques alemanes desfilando por estos adoquines, claro que se me quita imaginandome a Alberto Contador cruzando la meta para ganar el tour.

Si vas justo de pasta y huyes de la estocada monumental de la comida en esta ciudad, el macdonald de los Champes Elysées es una opción, por precio y porque tienen una cosa que no está mal: el mccafé que ofrece un café medianamente decente, yo diría que hasta mejor que el líquido que te ponen en starbucks y unas pastitas de colores que sabían a polvorones de Estepa. Bueno vale no tanto, pero se daban un aire. Después de comer y de auxiliar a una anciana que se desmayó a la entrada del mcdonald (estos sitios no están aclimatados a estas temperaturas), proseguimos ruta hasta el obelisco egipcio que hay en la Place de la Concorde, también conocido como el enésimo mangazo del imperio francés.

Pero esto lo contaré en la tercera y última entrega de esta aventura familiar en Lutecia que ya debeis estar cansados de batallitas, si es que habéis llegado hasta aquí.
à tout à l'heure.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Aventura familiar en Lutecia .I

Poniendo como excusa la comunión de mi hija pequeña, el pibón y yo organizamos un corto pero intenso viaje a París para toda la familia, aprovechando que con la bulla que se forma en las casetas y la cantidad de polvo en suspensión no se cabe en esta feria de Sevilla, nos pegamos cuatro días que siempre recordaré. Sobre todo porque para cuando me falle la memoria o el Sr. Alzheimer venga con más frecuencia de la deseada a tomar café en casa, siempre podremos tirar de los ¡¡6 gigas de foto y video que nos hemos traído, gracias al pibón y a su interminable, inagotable e impagable afición a la fotografía digital.

La nube de ceniza que se pasea por Europa últimamente trajo, si cabe, más emoción a este viaje. Nos dio ese punto de improvisación que siempre hace que los viajes salgan bien. Ese no saber el día antes si podríamos volar o no. Creo que el cupo de suerte para este año ya lo hemos agotado. El primer día de “normalidad” en el tráfico aéreo coincidió con nuestra salida hacia París.

Encajados en los “cómodos” asientos del avión y mientras intentaba dormitar, como el anuncio de Master Card, la cara de todos al despegar el vuelo, no tenía precio. Salimos y llegamos a la hora prevista y allí estábamos con el equipaje justo y más hambre que un caracol en la vela de un barco, delante de un hotel en Disneyland que tenía pinta de camarote de barco, con unos jardines increíbles, todo de color azul y blanco como la bandera de Huelva y a 28 grados de temperatura. A tomar por saco los polares del decatlón y a acordarnos de los consejos de todo el que había estado antes (“llévate ropa de abrigo que hace un frío que te cagas”, “algún día te llueve seguro”…). Que no señores que la excepción que confirma la regla había llegado con nosotros a la capital de la Galia. A medio día más calor que durmiendo la siesta en un sofá de escai. Y así todos los días. Otra prueba más del cambio climático. Os acordáis del primer episodio de fast forward, con todo el mundo tirado por los suelos durante un par de minutos? Pues así estaba París, sembrada de gabachos tirados por todas partes tomando el sol.

Pues nada, allí estábamos, perdón, estaba porque la mayoría de la tropa había desaparecido en el vestíbulo cámara en ristre, en el mostrador de recepción del hotel New Port Bay (mola el nombre, eh?). Absorto en recordar mis oxidadas nociones de francés y pensando en el bon jour o a ver cómo me entiendo con la recepcionista que tenía un careto de all bran importante, cuando va la señorita y se deja caer con un sonoro,"…españoles?" Juro por la patilla de mis ray ban a las que tanto eché de menos en este viaje, que ni había abierto la boca. Pues sí, de Sevilla. Genial yo soy de Cádiz. Gensanta, de Cádiz. No tardó ni dos minutos en hacerme firmar varios formularios, darme las llaves de las habitaciones y en endiñarme un tocho de papeles, folletos, planos del parque, lugares recomendados, lista de restaurantes, horarios de desayunos, pases para los parques, bonos para las comidas, reservas, etc, etc. Agradecido por sus atenciones y mareado por sus recomendaciones emprendimos la peregrinación hasta las habitaciones.

Y digo bien, peregrinación. El hotel es impresionantemente grande y para llegar a la habitación podías tardar fácilmente diez o quince minutos de pasillos enmoquetados, perfectamente tematizados como el interior de un barco. Agradecido por la canonización del inventor de las maletas con ruedas, nos instalamos en las habitaciones. Otros diez minutos para dejar las maletas, pillar las entradas, la cámara y rumbo al restaurante Blue Lagoon, junto a la isla de la aventura de piratas del Caribe, con más hambre que vergüenza. Y a partir de aquí a todo lo imaginable, del mundo Disney. Pondré algunas fotos y las iré actualizando periódicamente porque tengo como para una serie de documentales.

Después de comer, paseíto en barca por la atracción de piratas del Caribe y a dar una vuelta por el parque, recalando en un extraño artilugio de dudosa pinta a la que me arrastraron de manera sibilina: el Space Mountain. Basado en las historias de Julio Verne en "de la tierra a la luna", lo que más mosqueaba eran los gritos apagados que oía mientras esperábamos para montarnos. Señores, ni comparación con lo que era en realidad. Una especie de montaña rusa a oscuras, o eso, o fui todo el trayecto con los ojos cerrados, cuya parte estrella era cuando te disparaban en un cañón, pasando de 0 a 100 km/h en cuatro segundos. Salí de aquella “atracción” como si me sobrara piel del cuerpo. Fue en lo único que me monté que despegó mi cuerpo del suelo. Eso y el avión de regreso.

El parque es como un gran decorado de película, pensado hasta el último detalle para no parar de mirar y de pasear, y perfectamente orientado para que prácticamente cualquier persona pueda disfrutar y divertirse, eso sí, cada uno a su manera. A unos les alucina la torre del terror y otros flipamos con las atracciones de efectos especiales, la ambientación, los coches y las motos antiguas.

Y por supuesto, todo el parque está continuamente transitado por personajes Disney de todas las épocas y para todas las edades. El pibón se retrató con Ratatouille, los niños con todo lo que quisieron y pudieron aunque para mí la foto más chula era la de Suli, el personaje azul y gigantón de Monstruos S.A. y el juntaletras...bueno ya os pondré una foto.

Fantástico y agotador.

Hermanos, en el siguiente episodio contaré más cosas de nuestra expedición a la ciudad de París. A más ver. Fin de la primera puntatta.