jueves, 10 de diciembre de 2009

“…En estas fechas tan entrañables, la reina y yo…”,

Me gustan estos días previos a la navidad, al término del año. En mi época de estudiante que recuerdo a tirones y por mi condición de tieso crónico, dedicaba una o ninguna partida de mi presupuesto a lo que venía siendo comprar periódicos. Así que elegía cuidadosamente los momentos para gastar en estos menesteres, y entre mis preferidos estaban los suplementos de final de año. El del País, reproducía en pequeño formato cantidad de portadas de todo el año, una especie de periódico en miniatura que me duraba todas las pascuas hasta más allá de la ruina de la caida libre de enero. Luego aparecieron el de otros diarios, el resúmen del año de informe semanal, el relleno televisivo, las pelis de navidad, en definitiva, el camino que te conduce a través del mensaje de “…en estas fechas tan entrañables, la reina y yo…”, a lo mejor de lo mejor que es la noche de reyes.

Da un poco de vértigo pensar cuál será el resumen de este año al que ya le queda poco para cascar, así que he decidido no mirar demasiado para atrás y por supuesto no comprarme niguno de estos compendios de desgracias del año 2009 que van a aparecer por los kioskos de un día para otro.

Voy a intentar borrar lo peor de mis recuerdos del disco duro y conservar, subrayar y aumentar lo mejor para fabricarme un buen paraguas, porque me da la impresión de que el año que viene parece nubladillo y será muy importante tenerlo cerca. Si es posible, que sea un paraguas como los que venden en decatlhon para el golf. Bien grandote. Que resguarde de esos nublados a todo lo que quiero.

Como lo hecho, hecho está y no tiene remedio, más vale que me concentre en lo que viene. Los mensajes de navidad, aparte de una pose, parecen muchas veces un chicle de a peseta, por lo poco que les dura el sabor, básicamente en mi ciudad dura hasta que se llenan los contenedores de cajas de juguetes, botellas vacías, huesos de jamón secos y se limpian las calles de los papeles de los caramelos de la cabalgata. Las luces, creo que se quedan hasta el carnaval, total con un poco de habilidad sirven para las dos cosas. Los motivos navideños en mi pueblo cada vez abundan menos en las luces que pone el ayuntamiento, claro que es una forma de reciclar, que es una cosa bastante sostenible, participativa, solidaria e igualitaria.

Así que, dicho lo dicho, me voy a permitir el atrevimiento de reproducir un fragmento del artículo que publicó mi admirado Luís Rojas Marcos, días después del ataque terrorista a las torres gemelas, con la esperanza de que su mensaje perdure durante todo el año, mucho más allá de lo que dure la navidad.

“Al final, la lección más importante que he aprendido en estos días tan dolorosos es que nuestra tarea diaria consiste en ayudarnos unos y otros, y que el mejor negocio es el bien común. Este trágico 11 de septiembre que cambió a este pueblo para siempre me ha hecho recordar un pasaje del Diario de Ana Frank, la niña de quince años que en vísperas de morir en el campo de concentración nazi de Belgen-Belsen, en marzo de 1945, escribió: 'A pesar de todo, creo que la gente es realmente buena en su corazón'” (Luis Rojas Marcos. Angeles anónimos. Diario El País. 23 de septiembre de 2001).

Felices pascuas a tod@s. Que sigamos ayudando a los Reyes a ser magos para todos y para siempre. Abajo el gordito de rojo. Beduínos unidos jamás serán vencidos.

2 comentarios:

  1. isabel macarro sancho11 de diciembre de 2009, 3:26

    beduuuuiiinos.... beduuuiiiinosssss...oeee, oeee, oeeeeeee....

    un consejo: ve renovando las fotos que ya nos la sabemos...

    2500 besos y abrazos

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  2. Oido cocina. Cambiaremos el repertorio.

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