
Ultimamente vengo comprobando la riqueza literaria del castellano aplicada al vino. Una buena nota de cata es como un prólogo de un libro, aunque a veces pueda convertirse más en su epílogo. Debo confesar que a mí las notas de cata me predisponen cuando pruebo un nuevo vino, hay grandísimos escritores escondidos en las bodegas y cocinas de este país. En ocasiones es como un fragmento de la obra pendiente de publicar de Millenium, que dependiendo del nivel de adicción que tengas a la trilogía, puede hacer que tu curiosidad elimine cualquier aspereza literaria y sea capaz de digerir cualquier cosa que leer, hasta el depósito legal y la fecha de la 1ª edición y posteriores. Otras veces, igual te alerta sobre detalles que nunca considerarías y que forman parte de las impresiones personales del sumiller, que aunque no dudo de su opinión cualificada, no deja de ser una opinión.
En mi caso, cuando me encuentro frente a un sumiller, calibro mi nivel de entrega. Creo firmemente que su cometido principal es completar el disfrute de la comida, y conseguir que todas las elecciones que haga el cliente sean “espléndidas”. Cuando doy con una persona que cumple con esta premisa, me entrego sin remisión. Ahora compro vinos asiduamente, soy capaz de situar en el mapa las principales denominaciones de orígen, el vino de guisar es el único que entra en casa en formato tetrabrick, tengo la vitrina poblada de diferentes tipos y tamaños de copas, tengo un decantador, tres sacacorchos y el convencimiento absoluto de que los romanos y los griegos no tenían dioses del vino por gusto.
Volviendo a la parte literaria, he traído una retahíla de adjetivos y expresiones que he entresacado de algunas notas de cata. Os recomiendo de todo corazón su lectura. Si después de esto no os apetece descorchar una buena botella, algo en vuestro interior está oliendo a cadáver.
"Aroma de buena intensidad, con madera tostada en primer plano, con un puntito de laca de uñas, finas sensaciones florales. En nariz es especiado (pimienta, vainilla), ofrece pequeños frutos rojos maduros (cerezas, moras), regaliz, plantas de monte bajo, hierbas aromáticas.
Recuerdos especiados y de incienso, de hierbas aromáticas y plantas, cacao y fruta madura (cerezas), caramelo inglés.... La primera impresión son recuerdos de acetatos (barnices) que se van marchando con la oxigenación. Detrás van surgiendo muchas cosas; especias, cacao, tierra mojada (setas, champiñones), fruta madura... Es un vino de color prudente, dominado por un veloz baile en copa que invita a pensar en suaves texturas. Aromas puros y sutiles de zarzamora, bien mezclado con una selección de cacaos y lácticos. Unos livianos movimientos hacen que se desprendan emocionantes esencias de mina de lápiz y tinta china."
Recuerdos especiados y de incienso, de hierbas aromáticas y plantas, cacao y fruta madura (cerezas), caramelo inglés.... La primera impresión son recuerdos de acetatos (barnices) que se van marchando con la oxigenación. Detrás van surgiendo muchas cosas; especias, cacao, tierra mojada (setas, champiñones), fruta madura... Es un vino de color prudente, dominado por un veloz baile en copa que invita a pensar en suaves texturas. Aromas puros y sutiles de zarzamora, bien mezclado con una selección de cacaos y lácticos. Unos livianos movimientos hacen que se desprendan emocionantes esencias de mina de lápiz y tinta china."
Con un pequeño esfuerzo, soy incluso capaz de visualizar estas sensaciones. La compañía en la comida y lo que los gastrónomos llaman un correcto maridaje de los vinos, completan este paseo que no podrás capturar con ninguna cámara digital por muchos megapixeles que tenga y que perdurará de verdad en tu recuerdo. A lo mejor es entrenamiento o, seguramente, la edad pero cada día recuerdo más olores y sabores. Ya me queda menos para captar ese “color prudente, esa emocionante esencia de mina de lápiz o ese aroma a plantas de monte bajo”.
No hay duda de la relación entre el vino y la literatura, de hecho, una de las interpretaciones del cuadro de los borrachos de Velázquez que os he puesto arriba, es la de que Baco coronaba con un ramo de hojas de vid, a uno de los siete borrachos que lo rodean y que podría tratarse de un poeta inspirado por el vino. En fin no seré yo quien dude de esta licenciosa interpretación.
Dado como está el patio y la altura literaria que ha alcanzado la cata de vinos, quiero romper una lanza a favor de otros olores y aromas que no debo olvidar y que aunque no están recogidos en ninguna nota de cata, forman parte de mi vida, y a los que quiero dar la “altura literaria virtual” que se merecen. A saber: el aroma del serrín en el suelo de los bares, el fuerte olor del aliño de las aceitunas gordales, el rancio olor a taberna, las cáscaras de los cacahuetes, el olor a taifol y zotal de los servicios de los bares por las mañanas, la carne de pinchito en la plancha de las cocinas, el adobo del pescaito, el queso viejo recién cortado, el pan calentito de la talega, la fragancia de la chacina y del jamón colgados con su estalagtita de grasa amenazando la “pulcritud” de la barra,…
Está claro. Uno de mis objetivos en la vida es exprimir al máximo los sentidos y registrarlos en la memoria. Es lo único que pienso llevarme para la eternidad. Hermanos, creo que por fin llega el otoño de verdad y comienza a correr el mosto por el Aljarafe.
Amigo, yo trabajando en Osborne, y leyéndo tu afición a la enología, me parece un pecado que no hayas probado alguno de los caldos que esta Santa Casa produce... un Rioja Montecillo crianza, un Señorío del Cid (Rueda)...
ResponderEliminarUn abrazo
Amigo George, ahora mismo descansan en mi "bodega-despensa-trastero" algún cava de reserva familiar, txcolí, albariño, un pago de los capellanes (ribera del Duero), ostatu de cosecha (rioja), algun vino de toro, otros del Bierzo, alguna curiosidad de vino blanco alemán, mistela de la Pañoleta y ron de Castilleja de la Cuesta (todo un descubrimiento del que contaré cositas). Como diría Manolo Escobar, viva el vino y las mujeres.
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