Es innegable la relación del hombre con el medio, con lo que le rodea y desde luego con el clima de donde vive. Mi amigo Jero, gozador profesional de la vida en todas sus facetas, tiene una peña de amigos, la peña de los pachanga que se reune de vez en cuando básicamente para lo que podríamos denominar como cachondeo puro y duro. En fin, la última vez que coincidí con él con una raqueta en la mano (el mejor deporte para descargar la presión, después del brikindance), me contaba que en la última reunión de los pachanga la tristeza reinaba en las caras de sus colegas, la depresión por el mal tiempo que tenemos desde hace tres meses estaba haciendo mella sin duda en ellos. De hecho, barajaban la posibilidad de apuntarse a un curso de gallego y cambiar las cañitas por una queimada. La ruina total, hermanos.
En el sur no sabemos vivir con este tiempo. La piel coge color bombilla, no hay sol. Hoy me he encontrado con algunos amigos en una reunión para inaugurar (como no puede ser de otra manera), la nueva temporada del bar del club de mi barrio. Pa qué nos vamos a reunir si no es para comer o beber.
En definitiva, con todo el que te encontrabas, "dónde te has metido", "cuánto tiempo sin vernos", "¿has salido con la bici ultimamente?". Señores, dónde voy a estar... pues refugiado, resguardado, a cubierto, al pairo, al socaire, bajo techo, lo que se dice escondido del mal tiempo. Bicicleta?, la última vez que me atreví, hace como tres semanas, volví que parecía un muñecolate del barro que pillé en menos de dos horas. Mi coche es el único que agradece esta lluvia, es de las pocas oportunidades que tiene para mostrar su inmaculado color blanco.
Ayer dió una tregua el tiempo por la tarde y me encajé con el pibón y mi hija Cristi en Triana para ver al nazareno de la O pasear por el barrio en su via crucis. El aroma a incienso me repuso las baterías. Bueno eso y unas berenjenas con salmorejo en Casa Cuesta en la calle Castilla y una bravas con una cañita en la calle Alfarería. Como dice el pibón, ahora hay que sacar a los santos para que deje de llover. Paradojas de la vida.
Un saludo patós, a ver si escampa de una puñetera vez hasta el año que viene por lo menos y...no te olvides de Haití.
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