martes, 27 de octubre de 2009

Willy el grumete

Se producen situaciones que con ayuda mediática se convierten en temas de gran impacto, pero que con el transcurso de las horas, días o incluso semanas, se van desinflando como noticia. Es fácil acostumbrarse al horror por la tele, a las catástrofes, a la muerte y a la desesperación de gente que sufre pero que nos parecen muy lejanos a nuestra vida cotidiana. Simplemente cambiamos de canal y buscamos algo más agradable, que nos entretenga y nos divierta.

Es tan reiterativo que ya no nos sorprenden los atentados que se producen casi a diario en Irak. Sabéis que ayer en dos explosiones se han producido 155 muertos y más de 500 heridos?, No sé si es importante pero la mayoría eran civiles. Mañana esto ya ni tendrá importancia informativa. De hecho, creo que hoy ya casi no la tiene y empieza a pesar más que Messi haya vuelto a marcar o que el Madrid ande perdido sin su amado CR9.

Tan terrible es que estos muertos y heridos anónimos caigan en el olvido como que las situaciones que hace un par de semanas nos salpicaban la cara de asombro e indignación, ahora nos hayamos acostumbrado a vivir con ellas. Te acostumbras al frío que entra por debajo de la puerta y subes un poco la calefacción. La puerta cierra mal, empujo un poco y ya encaja. No lo arreglamos, nos acoplamos y ya no hay problema.

Sabéis que ya va para casi un mes de lo del secuestro del pesquero español en la costa de Somalia? Ya no es importante, peor, ahora se hace casi sorna de lo que está ocurriendo y mucho peor de lo que se está haciendo por solucionarlo. Hace unos días, en un alarde de estrategia militar capturamos a dos piratas de los que tienen trincados a nuestros compatriotas. Nos hemos gastado una pasta en trasladarlos a España para que los procese Garzón, defensor de occidente y azote de las injusticias en el mundo. Pues nada señores, lo que le interesaba a los medios es que uno de los individuos podía ser menor, aunque luego resultó ser mayor. Alguna emisora lo ha bautizado como Willy el grumete. Willy el grumete en las costas de Somalia. Como dijo alguno, parece el título de una película porno. Desde luego, bastante lejos de clásicos del género como Blancanieves y los siete enanitos cachondos. Lo de los pescadores con el paso de los días, servirá como noticia de relleno, entre los sucesos y los deportes o el pronóstico del tiempo.

Bueno, no nos desviemos del tema. Creo que internet nos da una herramienta perfecta para saber qué puede estar pasando por ahí y al igual que hago con la radio, como sabéis, lo mismo hago con la prensa: me preparo mi variadito informativo. Entre semana, de las ediciones digitales de la prensa me pulo las portadas del diario de Sevilla, diario de Cádiz, el Mundo, el País, el Expansión, el Periódico de Cataluña, el ABC y la Razón. De lo de dentro, sólo la columna de Antonio Burgos que para mí es como el cafelito hispalense auténtico de las mañanas. Eso sí, el hombre tiene sus días y hay que entenderlo. Tantos años viviendo en el centro, igual le han hecho olvidarse de la periferia y del area metropolitana.

Los domingos, como mínimo el Pais, que trae la taza de los beatles y un suplemento de bastante nivel a pesar de la publicidad. A veces el Mundo porque tiene el suplemento más grande y el diario de Sevilla que ultimamente trae una colección de cinturones cojonuda y del ABC la columna de Pérez Reverte del suplemento. A ver si con este cubata de información logro leer entre líneas de una vez por todas y me sacudo esa triste habilidad que parece que hemos desarrollado para olvidar rapidamente a los 150 muertos de Irak en pos de que Andreíta se coma el pollo o el premio ondas de Jorge Javier Vázquez,...Diooos. Un saludo para toda la peña que hoy ya está bien de barrer por debajo de la alfombra.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Las bicicletas no son solo para el verano.


Mi primer contacto con las bicicletas fue con 7 u 8 años. Mi hermano mayor nos regaló a mi hermana y a mí una bicicleta plegable, que nunca plegamos por cierto pero era la moda del momento, de marca rabasa derby de color blanco. Al poco tiempo y aprovechando que mi hermana pasaba un poco de la bici, entre otras cosas porque había que bajar y después subir, 80 escalones cada vez que queríamos sacarla, acabé adueñándomela.

Pocos años después, a mis amigos y a mí nos dio por lo que hoy denominaríamos tunear la burra. Claro que con muy pocos medios, y siempre buscando que la bici se pareciera cada vez más a lo que nunca podría ser: una moto de motocros. Cualquier cosa. Así que dicho y hecho y manos a la obra. Le desmonté los guardabarros, le compré por 35 pelas un manillar de moto de segunda mano con más óxido encima que el Titanic, le quité todas las pegatinas y le puse unas de montesa y bultaco que compré en una tienda de motos. Unos vaqueros guarrillos y una camiseta de mangas largas blanca con el logo de bultaco que me regaló mi hermano. De esta guisa nos íbamos a un circuíto de motocros que se llamaba las lomas, en las afueras, dirección Camas. Creo que salí tres veces, a la que hizo cuatro volví a casa con una mitad de la bicicleta en cada mano, lo que se llama reventar el cuadro, y algún que otro kilo de polvo del camino por encima. Unos puntitos de soldadura del herrero del barrio Voluntad y a la carga otra vez. Así hasta que ya mejor para qué la vamos a sacar del lavadero, que allí no estorba a nadie. Finalmente, en una de esas fiebres de tirar cosas “inútiles” que le daban a mi padre, lo que quedó de mi rabasa derby modelo all terrain hasta la muerte, fue a la basura.

Tuve otro romance con la bici mientras hacía la carrera. Ir a la facultad en bicicleta me daba cierta independencia y libertad para entrar hasta los bajos de la escalera de la Facul (estudié la carrera en plena transición, una etapa muy divertida en la universidad), hasta que lo prohibió el decanato con la excusa de que habían hecho unos aparcamientos muy monos en la puerta. Un día que fui a mirar la nota de un parcial de Civil, que para colmo suspendí, fue el último día que ví y disfruté de mi bh roja con tres velocidades y frenos cantilever. No me dejaron ni el pitón con que la amarraba. Cabrones, ojalá os pudráis en el infierno.

Bien, dicho esto, ya puretón y dueño de mi frigorífico, con esa curva que no se a quien hace feliz y que te obliga a desarrollar el oído para poder mear dentro, retomé mi afición a la bicicleta. Empecé con una del decathlon de oferta que aún conservo para moverme por mi pueblo y a la que le dí una caña tremenda en mis primeras salidas campestres (otro día las cuento…). Tres años después, pedí con verdadero fervor a mi ídolo Baltasar (el que con sus colegas solo trabaja una vez al año), alguna burra más en condiciones. Este con la colaboración del Corte Inglés me trajo una B-pro zs1 que desde ese día se ha convertido en mi compañera de correrías por campos, sierras y playas de los alrededores. Casi siempre salgo con vecinos, amigos o el pibón a los que no les da vergüenza salir con un tipo con culotes y casco a dar un paseito mañanero los domingos. Os confieso que es, como dije al principio de empezar con esta aventura virtual, uno de mis placeres favoritos. Echar un par de horitas por el campo en otoño o primavera (para mi las mejores épocas) me recargan para toda la semana. No sé hasta cuándo podré continuar con esta afición, pero mientras las piernas y el culo aguanten, seguiré madrugando los domingos para hacer el cafre por el campo. Os he puesto una foto de mi bici en la barcaza de Coria cruzando el Guadalquivir.

Nos vemos por los caminos. Un saludo patós.

lunes, 19 de octubre de 2009

Jugón


Creo que no me va a gustar esto, no me gusta decir cosas sobre gente que se va de pronto pero me veo obligado a hablar de Andrés Montes, este tipo que le ha dado por abandonarnos a nuestra suerte a los aficionados al deporte. Y nos abandona en estas aguas pantanosas de periodistas y locutores deportivos que se parecen cada vez más a máquinas tipo: “si quiere información sobre…pulse 1, para cualquier otra cosa, permanezca a la espera”.

La diferencia que este tipo marcó en las retransmisiones (primero la NBA, después el fútbol), es algo que cada vez hecho más de menos cuando veo deportes en la tele, o escucho la radio. Confieso que al principio me exasperaba, cuando se olvidaba de lo que pasaba en el terreno de juego y se dedicaba al “all you need is love”, pero no puedo negar que cuando veía retransmisiones en otros medios notaba que faltaba algo. Esta gente no sabe transmitir su afición, su admiración, su disfrute del deporte, simplemente suministran datos. No quiero ser injusto y hay excepciones: el Patxi y sus colegas de la sexta, los comentarios de tenis de Alex Corretja y pocos más.

Para contar los deportes, hay que tener vocación, devoción y pasión. Igual son sentimientos primitivos pero sinceros sin lugar a dudas. Para escribir sobre deportes da igual. Por propia experiencia sé que el papel lo aguanta todo pero los sonidos y las imágenes, no.

El jinete pálido, Alves moto gp, tiburón Pujol, Xavi Humphrey Bogart, y este que junta estas palabras, te recordaremos siempre.

La vida puede ser maravillosa, pero ahora va a costar un poco más. Hasta siempre jugón.

jueves, 15 de octubre de 2009

La aradio y yo


Es sorprendente, por más avances que se han ido produciendo con las nuevas tecnologías de la comunicación, la radio se ha ido adaptando a todas. Es de lo poco que puede convivir siendo analógico y digital. No hay que tirar ningún transistor, ninguna radio de válvulas de los años de las cartillas de racionamiento. Valen todas. Es de las tecnologías más solidarias y respetuosas con sus mayores y antecesores. Nada de este móvil ya no es 3G, así que a cambiarlo por otro. Mi tele no tiene tdt, qué voy a hacer. Todas se pueden usar. Unas no eliminan ni sustituyen a las otras, amplían el “radio” de influencia (perdón por el chiste fácil).

Como digo, llegan a más y mejor. Puedes escucharla por internet, te puedes bajar los podscat, a los que te puedes hasta suscribir, después al aipod o a un cd y listo. A disfrutar otra vez. La radio está muy bien porque no le tienes que poner cara a nadie, te la puedes inventar. Asocias una voz a una persona imaginaria. Es como el amigo invisible, sólo que con este no hablas. Sólo escuchas y si te mosquea o no te gusta la música que pone, la apagas o cambias de emisora. La tele sí que ha matado a alguna que otra estrella de la radio: qué mal Iñaki Gabilondo y Pablo Motos. Me parecen tan ridículos con esas caras encartonadas de tanto maquillaje. Iñaki está inmóvil pero el Pablito intentando chupar cámara de sus invitados y de sus colaboradores...un poco patético, la verdad.
Tengo radio en la cocina (pa desayunar, básicamente), en el cuarto de baño (para tener compañía mientras…me afeito), en el dormitorio un radio reloj (pero esta la uso menos, será porque en la cama me entretienen otras cosas), en el coche (la enciendo antes que el motor). Tengo hasta un transistor de mi suegro (el de la foto de arriba) que se compró a finales de los 50 con el que escuchaba radio exterior desde Liberia donde estuvo currando con los americanos, que tiene el tamaño de una caja de churruscos cuétara y chupa más pilas que una nuclear, pero aún funciona. En fin, siempre hay alguien contándome cosas, poniéndome musiquita, riéndose de tonterías o relatando noticias, de fondo. Esto me mantiene alerta.
Lo malo de todo es cuando se ponen de acuerdo en lo que cuentan. Y ponerse de acuerdo, hermano, es hablar de lo mismo, aunque desde cristales diferentes. Ya sabemos que la COPE, Ondacero, Radio Nacional o la SER, se parecen lo que un huevo a una castaña, pero cuando se trata de despellejar o encumbrar al bigotes de los cojones, la puñetera crisis, el paro, la inflación o deflación, Afganistán y nuestra misión humanitaria de guerra no declarada, las miembras, las pastillas del día después, del día de antes o de antié por la tarde, la gripe abecedaria, el novel de Obama, o los piratas de Somalia, no hay problema.

Tanta información satura y hace que no distingamos lo importante de lo superfluo. Es una vieja técnica de informar desinformando, pero bueno, para eso está el mando de sintonía y el de on off. En la variedad sigue estando el gusto. Así que dependiendo de la hora, escucho cosas diferentes.
Por las mañanas, mientras me afeito, me ducho o hago de cuerpo, un informativo de media horita de radio nacional. Para ir a currar, un programa musical de radio 3 de Rne que me encanta y que se llama, “Hoy empieza todo” (un título cojonudo). Para regresar de currar, el debate del programa de Julia Otero de Onda Cero o la caña de Rock&gol. Mientras preparo la cena, el programa de Alsina en Onda Cero y para dormir, silencio por favor, alguna caricia, el brikindance, el crusaito o el robocop, según se tercie, que ya está bien de tanta aradio.

Un saludo pal que sea.

viernes, 9 de octubre de 2009

Bienvenidos al concierto


Como habréis podido comprobar si dais un vistazo al flanco izquierdo de este cibercuadernillo de notas, U2 viene a Sevilla dentro de once meses y veinticinco días y me he agenciado un par de entraditas para ir con el pibón a disfrutar del espectáculo. Parece que después de la visita del Boss este verano, el nivel se mantiene.

Mi inmersión en la obra musical de esta banda comenzó con un single promocional que cayó en mis manos, de portada gris y con la foto de unos tíos con muy mala cara. Una habitación de un cuarto piso sin ascensor, un cenicero y un tocata era todo lo que necesitaba, hace de esto más de 25 años. Se trataba de Sunday bloody Sunday. The Edge cabalgaba con su guitarra, alrededor de la contundente batería de Larry Mullen, mientras Bono subía y bajaba por ese tobogán sonoro particular. Sin duda se convirtió en uno de mis temas favoritos.

Después de escuchar este single en el tocata grundig de mi amigo Quique que trabajaba en radio Aljarafe, alrededor de unas cincuenta veces seguidas, y de desgranar en lo posible esa sesión intensiva y exahustiva de sonidos (recuerdo a su madre entrando en la habitación y preguntando si el tocadiscos se había estropeado porque llevaba toda la tarde escuchando lo mismo), quise averiguar de qué hablaba ese tío de estética entre punk, post moderno, new romantic y roquero de la calle. Gracias a que mi colega colaboraba con esa radio local, nos pillábamos decenas de discos de promoción que las distribuidoras mandaban a las emisoras en aquella época (una orgía para mí).

Y me enganché, me enganché tras este descubrimiento, porque había pocos grupos que hablaran de lo que para mi era importante, de esa parte oscura de la política (en aquella época aún no me había llegado el síndrome de desencanto crónico político que ahora padezco). Siempre me ha gustado la mezcla de este tipo de música que me pone la piel en tensión con letras que hablen de hechos socialmente tan jodidos para nuestras democracias occidentales, como la muerte de trece católicos por disparos de soldados británicos en una manifestación en Irlanda.

Y a esta gente, católicos irlandeses, criados en estos ambientes de conflicto histórico del Ulster, de Irlanda del Norte, del IRA, se les ocurre componer una canción como ésta. Es cierto que durante algunos años no volvieron a tocarla en los conciertos desde alguna reacción extraña que tuvieron en Irlanda cuando la estrenaron. Pero para mí continúa siendo mi himno de aquellos años. Un alegato por la paz, compuesto en una zona de guerra.

“La política y la música son muy difíciles de distinguir; ¿dónde se dibuja la línea?” (Larry Mullen). No dibujemos nada, mezclemos, fusionemos. Acaso viviremos otra vez para hacer algo diferente? Nunca lo sabremos.

Bono se pregunta en la letra del tema, “how long must we sing this song?” (¿Cuánto tiempo debemos cantar esta canción?). Hasta que salga el sol, hermano, hasta que salga el sol en Sevilla el 30 de septiembre de 2010. Nos vemos en la Cartuja el año que viene.

martes, 6 de octubre de 2009

Por qué no me gusta ir a la peluquería

El tema de ir a la peluquería, también llamada barbería, desde la época en que calzaba zapatos gorila y jugaba al frontón con la pelota de goma que traía la caja, hasta el viernes pasado ha cambiado un poquito. Con según qué edades, mi batalla por aguantar el pelo largo duraba unos tres meses, o incluso más, teniendo que firmar un honroso armisticio con mi padre, bien negociado, valga la presunción, que acababa con una visita a la peluquería del Corte Inglés de la Plaza del Duque y un repostaje en la confitería Ochoa de la calle Sierpes, templo santuario del mejor batido artesano de caramelo del planeta. Imagino que al ser las visitas al cortapelos tan espaciadas, daba tiempo a amortizar el coste de la negociación. Lo mejor, el batido y las revistas. Lo peor, los picores de pelo bajo la camisa y las cosquillitas en la nariz de los pelos que te caen por la cara que no paras de resoplar.

Hoy, la itv de pelos la paso cada menos tiempo y en una peluquería de mi pueblo. El asunto de tener que ir peinadito y maqueado al trabajo hacen que vaya con más frecuencia. Bueno, eso y que también cada vez hay menos zona en la que cortar. Ya sabemos, lo del crecimiento irregular que muchas veces acaba en un peinado a lo José Oneto. Está claro. Cuando en el combate entre la espuma delyplus del mercadona y mi cabeza no sabes quién puede resultar damnificado, es hora de ir al barbero.

Así que ni cortés ni valiente y sin haberlo planeado, me planté en la peluquería. Buenas tardes, tiene Ud. Cita?...Eeeh no. Bien no hay problema si se espera 10 minutos, enseguida le atendemos. Le importa cortarse el pelo en la zona de peluquería de sras?. Sin problema. Me pillo mi revista para encelogramas sin pretensiones, tipo QO, Interviu, o lo más heavy, la prensa del día y a esperar.

La cosa fue tipo flashback, de pronto me vi sentado en una silla que no en un sillón de barbero, con los siguientes flancos amenazantes: a estribor señora con un potingue en la cabeza que le chorreaba por el cuero cabelludo, aderezado con canutitos de papel de plata y un rulo en la mollera. A babor, paquete hormonal de cabellera rubia de tinte de oferta a la que le han colocado una especie de antena parabólica por detrás en un soporte de pie que parece que le lanza radiaciones y que me da la impresión de que igual le estan traspasando la corteza cerebral, o eso o los rabillos de los ojos que lleva pintados se los ha hecho a oscuras. Mientras el peluquero hacía su trabajo, (laterales con la maquinilla al cuatro y medio, que me pueda peinar a la raya por favor y las patillas un poco más cortas), empecé a sentir en las sienes las miradas de reojo de dos galeones posicionándose al pairo del viento para lanzarme una buena andanada de “qué coño hace un tío aquí´. Tenía la sensación de haberme colado sin querer en el servicio de mujeres. No se qué hubiera pasado si le hubieran estado haciendo la cera a alguien, aunque fuera el bigote. Dios, sólo de pensarlo…seguramente hubiera sido lapidado sin compasión o acribillado con bigudíes. Afortunadamente, por lo que ya he dicho, en cortarme el pelo se tarda poco, así que en quince minutos el peluquero, no se si empujado por la expresión de mi cara decidió ofrecerme un lavado de pelo. Puf, menos mal, ya llega la caballería. Para lavarte el pelo estás un poco en zona neutral, ni en la zona de caballeros ni en la de señoras. Toque final de masajito capilar con un acondicionador a la menta y vamos que nos vamos. Joder, salí de allí un poco como buscando oxígeno, con la necesidad imperiosa de hablar de futbol, ponerme una camiseta de tirantas, liquidarme un botellín fresquito y darle un achuchón a mi pibón, lo que viene siendo reivindicar mi condición unicelular masculina.

Espero no volver hasta el puente de la Inmaculada o igual tengo que recuperar las buenas costumbres y cepillarme un batidito de caramelo de Ochoa, con eso soy capaz de aguantar hasta una endoscopia.

Hasta la próxima puntatta, compañer@s.