lunes, 17 de mayo de 2010

Aventura familiar en Lutecia .III

La Place de la Concorde. Bueno, aunque los gabachos insisten en que fue un regalo de Egipto y que posteriormente los franceses correspondieron con un reloj que nunca funcionó, yo creo que habría que preguntar a los egipcios. De todas formas, santa Rita Rita y aquí está este imponente obelisco en el centro de la plaza. No sé si en el mismo lugar pero cerca de donde se ubicó el gran invento de la revolución francesa: la guillotina, de tan aciago recuerdo para Luis XV y María Antonieta. Es absolutamente impresionante y en una de sus caras está representada la forma en que se desmontó y transportó en barco hasta París. Lo que viene siendo una auténtica peoná. Está coronado por una especie de pirámide dorada.

Apoyados en la fuente de la plaza y relajados por el fresquito de las gotas que salpicaban, se veía a lo lejos el museo del Louvre, más allá de los jardines de las Tullerías. Ya he dicho que el tiempo en estos días de abril ha sido increíble, algo afortunadamente habitual para los que venimos del sur pero para estas criaturitas, cuatro días de sol de justicia era la maravilla de las maravillas.

Las Tullerías es un inmenso jardín que acaba a las puertas del Louvre y que en este brillante día de abril que nos tocó, parecía un documental de la 2 con cientos de lagartos al sol, quiero decir personas humanas. Flores de todos los colores, estanques y estatuas (o a lo mejor eran parisinos tostados), gente leyendo sentados en sillas alrededor de lagos artificiales, muchísimo vendedor ambulante de bebidas, ninguna alcohólica por cierto. Si quieres alcohol en París, más vale preparar la visa para el susto. Y por supuesto cienes y cienes de visitantes como nosotros que no podíamos por más que disfrutar del momento y del camino.

Al final de las Tullerías, nos encontramos con un arco coronado por una escultura de una cuadriga dorada. Parece que este arco lo mandó construir Napoleón en un alarde de autobombo porque ganaba siempre en los juegos de guerra. Si te alineas correctamente puedes ver a través del arco, la pirámide de cristal del museo del Louvre.

A la derecha y cruzando nuevamente el Sena (este río tiene más puentes que…vale no voy a hacer el chiste fácil de los funcionarios que anda la cosa jodida últimamente), llegamos a la zona donde están los buquinistas, puestos de libros usados, publicaciones y revistas antiguas, láminas y reproducciones…lo que viene siendo mi paraiso particular. Compramos algunas láminas que adornan enmarcadas en casa y que se encargan de recordarme cada día el sitio de donde vinieron.

A estas alturas estábamos un poco como los corredores de maratón en el km. 40 de carrera, así que cruzamos Le petit pont nos hicimos un par de fotos con Notre Dame de fondo y a buscar la boca de metro más cercana.

Metro-tren-hotel, cómo era aquello… “crisol de culturas” o “cubata de razas”, en fin, alojados en un vagón de metro/tren de cercanías de dos plantas, rumbo al hotel, nos repartimos para poder descansar estos cuerpos humanos tan maltratados por las caminatas parisinas. Me encalomé como pude en el piso superior del vagón. De frente en los cuatro asientos del fondo, un grupo de africanas con vestidos multicolores reían y vociferaban en vaya ud. a saber qué lengua. A mi izquierda, dos colegas con gorros rastafaris con la bandera de Jamaica dormitaban tranquilamente. Detrás, una familia oriental daba de comer a un niño. Fin de trayecto en la estación de Marne-La Vallé, hacia las siete y media de la tarde. Pero ojo, que aún no toca descansar que tenemos mesa para cenar en el café de Mickey. Al hotel, a la ducha y a rematar el día.

Has intentando cenar en un sitio donde Goofi, Pluto, Mickey y todos sus colegas andan correteando de mesa en mesa, cantando cumpleaños feliz a los afortunados y sin parar de bailar? Difícil no? Pues lo conseguimos…el postre para los “niños” era un bufé de chuches…las hamburguesas tenían forma de Mickey…para los niños estaba siendo como unos reyes magos que duran mucho más de un día…y debo confesar que para mí, la mayor parte del viaje también lo fue.

El día que regresábamos nos dio tiempo a emplear la mañana en hacer algunas compras de recuerdos y regalitos en los parques y en acabar de reventar la cámara de fotos y las atracciones que se ponían a tiro. Nos pulimos para comer unos perritos calientes (más bien perrazos) que nos os voy a decir lo que parecían, pero tengo, como no podía ser de otra forma, fotos del evento.

Volando de regreso, el pibón y yo brindamos con una copa de cava (en vaso de plástico, ya sabemos cómo va esto de los vuelos) que nos supo a gloria.

Fin de la tercera puntatta y del viaje. Si me acuerdo de más cosas, volveré a palizearos.

A bien tôt mes amis. Estos gabachos son cursis hasta para despedirse pero no puedo negar que parece que cantan cuando hablan.

Aventura familiar en Lutecia .II

Continuando con el relato de la escapadita gabacha, voy a contaros cosas de la excursión a la ciudad de París. Tras dos días intensivos en los parques que inventara nuestro crionizado amigo Walt, decidimos hacer un impass y respirar otros aires y otro ambiente.

Así que después de desayunar como campeones y de pertrechar el bolso de mi hija Marta hasta la bola de croasanes, nos encaminamos a la estación de trenes de cercanías de Marne –la Vallé que está muy cerca de nuestro alojamiento y de los parques, nos sacamos unos bonos de transporte para toda la tropa y vamos que nos vamos.

Tengo que recomendar una especie de guía de viaje que nos bajamos de internet de un blog de alguien que lo tituló, un día en París. Genial si tu objetivo es castigar bastante la suela de los zapatos, disfutar con lo que ves y que tu bolsillo se entere lo menos posible.

Tras alguna peripecia por el metro, emergimos a la superficie de la ciudad junto al Hospital de los Inválidos. Edificio dedicado a museo del ejército con una colección de cañones de todos los tamaños, modelos y con el marchamo colocado de las batallas en las que habían participado. Aparte de para estos menesteres, este edificio alberga también la tumba del petit cabrón (como diría mi admirado Pérez Reverte), comunmente conocido como Napoleón Bonaparte.

Inmensas praderas de cesped te llevan hacia el Puente de Alejandro III. Tanto verde parecen interminables campos de fútbol, aunque había cartelitos por todas partes donde prohíben expresamente echar una pachanguita (“Juego de balón estrictamente prohibido”), pero la realidad era que había grupos con porterías improvisadas con mochilas. Días como estos no deben ser muy habituales por estos lares. Paseando por esta zona un traseunte de traje oscuro le preguntó a Juli por el Hospital de los Inválidos a lo que el colega le indicó perfectamente en no se qué acento. Casualidad absoluta. Lo único que conocía de París hasta ese momento, qué tío.

Pasamos a la otra orilla del Sena, cruzando este puente, construido en honor parece ser de algún Zar de todas las Rusias y nos encaminamos hacia las cercanías de la torre Eiffel, pasando junto a la estatua de La Fallette. En este parquecito abordó al pibón una mujer que le preguntaba si se le había caído un anillo de oro que acababa de encontrar (cuidadín con esta gente que lo unico que intentan es sacarte la pasta). A la voz de taluego lucar y más mosqueado que un pavo en navidad, continuamos camino flipando con los barcos vivienda amarrados en los muelles en dirección al siguiente puente que nos devolvía a la ruta hacia la torre Eiffel.

Antes de llegar a la torre, nos encontramos con un edificio con la fachada cubierta literalmente de cesped, hasta la azotea. Me encantaría ver cómo lo cortan cuando crece, tiene que ser divertido, porque para regarlo ya tiene un riego automático que salpica de lo lindo. Unos metros más adelante y al doblar una esquina, ahí está el armatoste de hierro universal que ideó el amigo Eiffel para la expo y que inauguraron en 1.889. Nos hicimos las fotos de rigor, nos compramos un helado, nos sentamos un rato en el cesped a cepillarnos algún croisant y Marta disfrutó trapicheando y regateando con los negros que te venden llaveritos de la torre.

Ambientazo, donde los haya. Mientras cientos de personas hacían cola para subir, cientos de personas se hacían fotos y cientos de personas intentaban venderte cualquier cosa. Aquí evidencié que París debe ser la ciudad más visitada del mundo. O eso, o estaba a punto de salir la Macarena.

Continuamos nuestro paseo, cruzando hacia la Plaza del Trocadero (el mejor sitio sin duda para las fotos de la torre y de los campos de Marte), donde descansamos un buen rato mientras un grupo de bailarines tipo “fama a bailar” hacían las delicias de la afición. Detrás, un grupo de manifestantes reivindicaban el recuerdo de las personas que murieron en la catástrofe nuclear de Chernobyl (te ponía los vellos de punta la pradera llena de fotos de los muertos). Digo yo que debe ser un lugar muy concurrido para las protestas porque justo al lado de la entrada del metro había una manifestación de inmigrantes que parecían cabreados por la nueva legislación francesa sobre estancia en el país.

Después de bordearlos (rodearlos para entendernos), nos dirigimos al metro camino de la Place Charles de Gaulle y por tanto al Arco del Triunfo. En el metro está todo bastante indicado y sin muchas dificultades encontramos la línea correcta, no sin antes hacer una paradita en los servicios, lugar obligado para dar alivio a la cantidad de líquidos que nos estábamos metiendo entre pecho y espalda y que empezaban a causar estragos, y en un kiosko de prensa donde nos agenciamos Le Monde y L´equipe (para el Juli que no perdona los deportes ni estando de vacaciones).

Pocas paradas de metro más adelante salimos a la superficie delante del arco del triunfo. Dificil la foto sin que salga algún japonés tapándote medio arco, pero un poco de paciencia y fotazo para la posteridad. Además te paras en la mediana de los Campos Elíseos en los pasos de peatones y voilá, otra foto guapa. Estaba el día tan claro que se apreciaba la gente que estaba en la parte de arriba del arco. En la parte interior del arco hay colocada una bandera de la república de un tamaño descomunal. Ya que el sol apretaba, bajamos dirección a la Place de la Concorde por el lado de la sombrita. Me sorprendió la cantidad de gente, y por supuesto la cantidad de coches deportivos. Debe ser que para el que tiene uno, el sitio auténtico para pasearlo y que sin duda te miren son los Campos Elíseos. Me da escalofríos imaginarme los tanques alemanes desfilando por estos adoquines, claro que se me quita imaginandome a Alberto Contador cruzando la meta para ganar el tour.

Si vas justo de pasta y huyes de la estocada monumental de la comida en esta ciudad, el macdonald de los Champes Elysées es una opción, por precio y porque tienen una cosa que no está mal: el mccafé que ofrece un café medianamente decente, yo diría que hasta mejor que el líquido que te ponen en starbucks y unas pastitas de colores que sabían a polvorones de Estepa. Bueno vale no tanto, pero se daban un aire. Después de comer y de auxiliar a una anciana que se desmayó a la entrada del mcdonald (estos sitios no están aclimatados a estas temperaturas), proseguimos ruta hasta el obelisco egipcio que hay en la Place de la Concorde, también conocido como el enésimo mangazo del imperio francés.

Pero esto lo contaré en la tercera y última entrega de esta aventura familiar en Lutecia que ya debeis estar cansados de batallitas, si es que habéis llegado hasta aquí.
à tout à l'heure.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Aventura familiar en Lutecia .I

Poniendo como excusa la comunión de mi hija pequeña, el pibón y yo organizamos un corto pero intenso viaje a París para toda la familia, aprovechando que con la bulla que se forma en las casetas y la cantidad de polvo en suspensión no se cabe en esta feria de Sevilla, nos pegamos cuatro días que siempre recordaré. Sobre todo porque para cuando me falle la memoria o el Sr. Alzheimer venga con más frecuencia de la deseada a tomar café en casa, siempre podremos tirar de los ¡¡6 gigas de foto y video que nos hemos traído, gracias al pibón y a su interminable, inagotable e impagable afición a la fotografía digital.

La nube de ceniza que se pasea por Europa últimamente trajo, si cabe, más emoción a este viaje. Nos dio ese punto de improvisación que siempre hace que los viajes salgan bien. Ese no saber el día antes si podríamos volar o no. Creo que el cupo de suerte para este año ya lo hemos agotado. El primer día de “normalidad” en el tráfico aéreo coincidió con nuestra salida hacia París.

Encajados en los “cómodos” asientos del avión y mientras intentaba dormitar, como el anuncio de Master Card, la cara de todos al despegar el vuelo, no tenía precio. Salimos y llegamos a la hora prevista y allí estábamos con el equipaje justo y más hambre que un caracol en la vela de un barco, delante de un hotel en Disneyland que tenía pinta de camarote de barco, con unos jardines increíbles, todo de color azul y blanco como la bandera de Huelva y a 28 grados de temperatura. A tomar por saco los polares del decatlón y a acordarnos de los consejos de todo el que había estado antes (“llévate ropa de abrigo que hace un frío que te cagas”, “algún día te llueve seguro”…). Que no señores que la excepción que confirma la regla había llegado con nosotros a la capital de la Galia. A medio día más calor que durmiendo la siesta en un sofá de escai. Y así todos los días. Otra prueba más del cambio climático. Os acordáis del primer episodio de fast forward, con todo el mundo tirado por los suelos durante un par de minutos? Pues así estaba París, sembrada de gabachos tirados por todas partes tomando el sol.

Pues nada, allí estábamos, perdón, estaba porque la mayoría de la tropa había desaparecido en el vestíbulo cámara en ristre, en el mostrador de recepción del hotel New Port Bay (mola el nombre, eh?). Absorto en recordar mis oxidadas nociones de francés y pensando en el bon jour o a ver cómo me entiendo con la recepcionista que tenía un careto de all bran importante, cuando va la señorita y se deja caer con un sonoro,"…españoles?" Juro por la patilla de mis ray ban a las que tanto eché de menos en este viaje, que ni había abierto la boca. Pues sí, de Sevilla. Genial yo soy de Cádiz. Gensanta, de Cádiz. No tardó ni dos minutos en hacerme firmar varios formularios, darme las llaves de las habitaciones y en endiñarme un tocho de papeles, folletos, planos del parque, lugares recomendados, lista de restaurantes, horarios de desayunos, pases para los parques, bonos para las comidas, reservas, etc, etc. Agradecido por sus atenciones y mareado por sus recomendaciones emprendimos la peregrinación hasta las habitaciones.

Y digo bien, peregrinación. El hotel es impresionantemente grande y para llegar a la habitación podías tardar fácilmente diez o quince minutos de pasillos enmoquetados, perfectamente tematizados como el interior de un barco. Agradecido por la canonización del inventor de las maletas con ruedas, nos instalamos en las habitaciones. Otros diez minutos para dejar las maletas, pillar las entradas, la cámara y rumbo al restaurante Blue Lagoon, junto a la isla de la aventura de piratas del Caribe, con más hambre que vergüenza. Y a partir de aquí a todo lo imaginable, del mundo Disney. Pondré algunas fotos y las iré actualizando periódicamente porque tengo como para una serie de documentales.

Después de comer, paseíto en barca por la atracción de piratas del Caribe y a dar una vuelta por el parque, recalando en un extraño artilugio de dudosa pinta a la que me arrastraron de manera sibilina: el Space Mountain. Basado en las historias de Julio Verne en "de la tierra a la luna", lo que más mosqueaba eran los gritos apagados que oía mientras esperábamos para montarnos. Señores, ni comparación con lo que era en realidad. Una especie de montaña rusa a oscuras, o eso, o fui todo el trayecto con los ojos cerrados, cuya parte estrella era cuando te disparaban en un cañón, pasando de 0 a 100 km/h en cuatro segundos. Salí de aquella “atracción” como si me sobrara piel del cuerpo. Fue en lo único que me monté que despegó mi cuerpo del suelo. Eso y el avión de regreso.

El parque es como un gran decorado de película, pensado hasta el último detalle para no parar de mirar y de pasear, y perfectamente orientado para que prácticamente cualquier persona pueda disfrutar y divertirse, eso sí, cada uno a su manera. A unos les alucina la torre del terror y otros flipamos con las atracciones de efectos especiales, la ambientación, los coches y las motos antiguas.

Y por supuesto, todo el parque está continuamente transitado por personajes Disney de todas las épocas y para todas las edades. El pibón se retrató con Ratatouille, los niños con todo lo que quisieron y pudieron aunque para mí la foto más chula era la de Suli, el personaje azul y gigantón de Monstruos S.A. y el juntaletras...bueno ya os pondré una foto.

Fantástico y agotador.

Hermanos, en el siguiente episodio contaré más cosas de nuestra expedición a la ciudad de París. A más ver. Fin de la primera puntatta.

miércoles, 7 de abril de 2010

Cosas que pasaron en 1995. El Juli ya tiene 15 tacos.

Sabés qué cosas importantes ocurrieron en 1995? Pues te voy a hacer un pequeño resumen.
El Ajax de Amsterdam gana la copa de Europa. El Blackburn, la Premier y el Parma la UEFA. Años después como ha quedado grabado a fuego en la historia del deporte mundial vendría el Sevilla FC a dar un par de lecciones de fútbol a este continente, ganando dos UEFAS consecutivas, una copa del rey y una supercopa de Europa.
El Betis queda 4º y el Sevilla, 6º, pero esto no tuvo transcendencia alguna.
La liga terminó con el Madrid de campeón y el Depor endiñándole un 2 a 8 al Albacete, que bajaba en caída libre. No hay piedad en el deporte.
La copa del Rey se la llevó el Depor que iba como un cohete, pero le faltó alguna jornada más para haberle dado un nuevo disgusto a los merengones.
El balón de oro del año 95 fue para un jugador liberiano del AC Milan, George Weah.
En tenis, fue un año de grandísimos caballeros de la raqueta. Pete Sampras ganó a Boris Becker la final de Wimbledon y a André Agassi la del US Open, cayendo ante el mismo Agassi en la final del abierto de Australia.
Indurain ganó su quinto tour de Francia y Michael Schumacher el mundial de fórmula 1.
En este año se estrenaron Pocahontas y Toy Story y Mel Gibson se empezó a aficionar a la sangre y a la leña al mono que es de goma, con Braveheart.
A Camilo José Cela le dieron el premio Cervantes. Camilo José Cela, el hombre que aseguraba en una entrevista que era capaz de absorver por vía anal el contenido de una palangana de agua…un personaje curioso y grandísimo novelista.
Cuatro años tras la muerte de Freddie Mercury, Queen lanzó su último disco en estudio, “made in heaven”.
Y en mayo, se inauguró Port Aventura.

Bueno, no se si me dejo algo en el tintero, pero creo que ya no ocurrieron más cosas importantes en este año…
Un momento, un momento. Claro que ocurrió algo más, el jueves antes de semana santa, concretamente el 6 de abril, precioso día de primavera, al caer la tarde, el bombón, en otro alarde de amor supremo al que ya me tiene acostumbrado, te trajo al mundo. La matrona al verte quiso tatuarte un ancla en el brazo, como Popeye el marino.

Y ya han pasado quince años. Cualquier cosa. Quince años que te han convertido en un tío inteligente, confío en que maduro y respetado aunque a veces peques de listillo, deben ser las hormonas que son una especie de droga legal que traemos los seres humanos de fábrica y que a veces se revoluciona a estas edades.

Sevillista de pro, aficionadísimo al fútbol, a la semana santa, al tuenti, al messenger, a la play, a construir pirámides de ropa sucia o limpia en la habitación, a la pizza, a la pasta, a las tostadas del insti, a las patatas fritas, a los pastelitos de Martínez, a los batidos de Ochoa (en esto tienes a quien salir),a las burbujas de cola, a los yogures, a salir de tapas, a las series del Orfanato, el mentalista, el CSI y mentes criminales, a minuto y resultado, a las pelis violentas (bueno en esto coincido bastante, nada como todas las partes de la jungla de cristal, eh?), a ir descalzo, a los bañadores largos y camisetas grandes.

Muy colega de tus amigos y no menos de tus amigas. Un pacto de sangre con tus colegas te impide ser todo lo transparente que quisiera y revelar tus amistades femeninas, lo que te obliga a diario a resistir los interrogatorios del bombón y los comentarios de tus hermanas sobre este tema. Con gustos muy definidos sobre tu aspecto y lo que te gusta ponerte. La consecuencia siempre ha sido la misma a lo largo de la historia de la humanidad: lo cómodo y lo que me gusta nunca es lo que le gusta a mis padres, aunque en este tira y afloja esté la virtud (aún recuerdo con pavor unos pantalones de invierno que mi madre me obligaba a poner que picaban como un demonio).

En resumen, un buen tío que cumple quince años en un día complicado para celebrarlo porque digo yo que los cumpleaños siempre debería caer en fin de semana, no en martes (y no lo digo por el manido refrán). Bueno, ya llegará.

Te deseo que seas feliz en cada cumple de tu vida que espero sea larga, intensa y divertida.
Salut y força al canut.

Feliz cumpleaños chaval.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Hay que adaptarse

O al menos es lo que le decía Clint Eastwood a su pelotón en aquella peli pseudo fascistoide que se llamaba “el sargento de hierro” donde este sargento batía el record mundial de tacos por frase. En esta peli, el colega se quejaba a su General de División por la “hijoputada” que suponía el no disponer del material necesario a tiempo para la invasión que iban a iniciar. A él le funcionó y le proporcionaron todo tipo de juguetitos de guerra para una nueva hazaña bélica de los americanos en el “territorio hostil” de la isla de Granada…cualquier cosa. Pero por desgracia no siempre es así y el glorioso cuerpo de los marines de los EEUU, al igual que nosotros tenemos que adaptarnos e improvisar en más de una ocasión para poder “vencer” muchas de las historias diarias.

Verbigracia:

El caos de tráfico sevillano y metropolitano que a diario cambia de sitio y de hora, aunque tiene querencia por mi camino habitual hacia el curro, el jodío.

Nuestros políticos, aunque en este caso dudo sobre si realmente improvisan, experimentan o directamente le quitan la anilla a la granada, cierran la puerta y a correr como los cobardes.
Los mecánicos de coches, a estos les da por realizar una mezcla diabólica entre improvisar y ganar tiempo. Esto último lo hacen cojonudamente bien, sólo hay que levantar el capó de tu coche, escorarse hacia la derecha, luego hacia la izquierda, mover un par de cables, inclinarse hasta casi tocar el bloque motor con cara de interés y exclamar con sorpresa…”pero quién le ha tocado a usted aquí antes, por Dios”, mientras se limpian las manos con un trapo más sucio que el suelo del taller. La jodimos tío Avelino, vé preparando la cartera y por supuesto ni se te ocurra preguntar cuándo va a estar lista la reparación. Ahora al que le toca improvisar es a ti.
Pues sí herman@s, como dice el sargento, hay que adaptarse, hay que improvisar, hay que tirar palante pero desde luego no puedo negar que hay cosas para las que no estoy preparado y muestro una especial torpeza mientras me adapto.
Verbigracia (está tela de guapa la palabra):
Mi hija mayor se ha sacado el carnet de conducir. No puedo evitar pisar instintivamente el suelo del coche cuando voy de acompañante, como si tuviera unos pedales fantasmas que frenaran o aceleraran el coche.
Lloverá para siempre? No acabo de adaptarme a la lluvia y sigo manteniendo que el cambio climático es el camelo del siglo pero que da de comer a cantidad de personas, consultores y profesionales de las conferencias incluidos. Recordáis el inicio de Blade Runner cuando un dubitativo Deckard come unos fideos chinos en un tenderete en las calles de Los Angeles bajo una interminable lluvia? Siempre lloviendo, esa estética oscura de cielo gris, de tejados que chorrean sin parar, la escena final en el borde de la azotea del edificio…con la puñetera lluvia que no para. Que sí que muy bien pero que pare ya.
Lo unico de cierto del “cambio climático” es que no hay transición entre las estaciones. Estoy seguro que un día dejará de llover y de hacer frío y al día siguiente estaremos con la calufa castigadora sin período de adaptación, por mucho que diga el marine. Eso querrá decir que ha llegado la época de la caidita del abrigo y eso por este bendito sur es un acontecimiento para el que no tengo que adaptarme.
Un saludo patós desde este puto paraguas que me cobija.

sábado, 27 de febrero de 2010

El hombre y el medio. El puto cambio climático o cuando coone va a dejar de llover

Es innegable la relación del hombre con el medio, con lo que le rodea y desde luego con el clima de donde vive. Mi amigo Jero, gozador profesional de la vida en todas sus facetas, tiene una peña de amigos, la peña de los pachanga que se reune de vez en cuando básicamente para lo que podríamos denominar como cachondeo puro y duro. En fin, la última vez que coincidí con él con una raqueta en la mano (el mejor deporte para descargar la presión, después del brikindance), me contaba que en la última reunión de los pachanga la tristeza reinaba en las caras de sus colegas, la depresión por el mal tiempo que tenemos desde hace tres meses estaba haciendo mella sin duda en ellos. De hecho, barajaban la posibilidad de apuntarse a un curso de gallego y cambiar las cañitas por una queimada. La ruina total, hermanos.
En el sur no sabemos vivir con este tiempo. La piel coge color bombilla, no hay sol. Hoy me he encontrado con algunos amigos en una reunión para inaugurar (como no puede ser de otra manera), la nueva temporada del bar del club de mi barrio. Pa qué nos vamos a reunir si no es para comer o beber.
En definitiva, con todo el que te encontrabas, "dónde te has metido", "cuánto tiempo sin vernos", "¿has salido con la bici ultimamente?". Señores, dónde voy a estar... pues refugiado, resguardado, a cubierto, al pairo, al socaire, bajo techo, lo que se dice escondido del mal tiempo. Bicicleta?, la última vez que me atreví, hace como tres semanas, volví que parecía un muñecolate del barro que pillé en menos de dos horas. Mi coche es el único que agradece esta lluvia, es de las pocas oportunidades que tiene para mostrar su inmaculado color blanco.
Ayer dió una tregua el tiempo por la tarde y me encajé con el pibón y mi hija Cristi en Triana para ver al nazareno de la O pasear por el barrio en su via crucis. El aroma a incienso me repuso las baterías. Bueno eso y unas berenjenas con salmorejo en Casa Cuesta en la calle Castilla y una bravas con una cañita en la calle Alfarería. Como dice el pibón, ahora hay que sacar a los santos para que deje de llover. Paradojas de la vida.
Un saludo patós, a ver si escampa de una puñetera vez hasta el año que viene por lo menos y...no te olvides de Haití.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Mens sana in corpore sano? Bueno, no siempre.

Como ya va para casi tres meses que no vemos un sol en condiciones, y este frío parece que se ha quedado a vivir con nosotros por una buena temporada, he decidido azuzar un poco lo que tengo justo en el espacio que está situado entre las cejas y lo que me queda de sabana capilar.

Lo genial de la mente humana, del pensamiento, de lo que tienes entre oreja y oreja y que seguramente sirve para algo más que para el negocio de la peluquería, es la capacidad de generar sentimientos. Sentimientos que te reconfortan, que te teletransportan sin moverte de donde estés y que te llevan a donde te apetezca en cada momento. Hay gente que compra un billete para estos viajes, en cualquier esquina al primer Mr. Tambourine Man que se encuentran pero no son garantía de un feliz retorno, salvo que no tengas mucho interés en volver. Puedes comprar billetes también para estos viajes en la taquilla de un cine, de un teatro, en una librería, en un sofá con unos buenos auriculares acompañados de un movimiento circular de tu mano equipada con un dedito de ron de Castilleja de la Cuesta en copa balón. Es lo mejor de lo mejor. No necesitas mucho, bueno un poco de entrenamiento no viene mal. Y desde luego no encontrarás mejor relación calidad precio en ningún sitio.

Creo que este es el mejor uso que podemos darle a la capacidad de imaginar y de sentir que tenemos, desde luego mientras dure este puto temporal. Porque tengo claro que empiezo a necesitar un poquito de primavera (con la menor cantidad de polen en suspensión posible, por favor). Pero mientras llega y no llega, centrémonos en imaginarla y en desearla. Y la quiero con estas cosas: muchas flores, poco polen, muchas estrellas, pocas nubes, mucha brisa, pocos vendavales, mucho algodón, poco lino, que me pica; muchos amigos en mi terraza, pocos carteros con notificaciones, muchos caminos que pasear con el pibón, pocas carreteras que recorrer en coche y mucho azahar, torrijas, olor a incienso y poca gente, poca luz, poco ruido…y sin correr, con el izquierdo por delante, siempre de frente.

Y ojo a las sorpresas si nos pasamos con ejercitar tanto la mente, que podemos perder el punto de referencia y el contacto con la realidad, aunque a según qué horas, soñar nos diferencia de los seres inertes. Pero lo dicho, ojito con el poder de la mente que mira lo que decía el ABC de ayer: “La artista francesa Sophie Calle, una de las mas destacadas representantes del arte contemporáneo en su país, asegura que ha conseguido aumentar el volumen de sus senos por simple voluntad y sin recurrir a la cirugía estética.”

Vale, vale, el comentario fácil ya lo sabemos pero…y si fuera verdad? Como le dice el culebra al cabessa: “te estoy abriendo una ventana cultural al mundo y tu no haces más que tirarle piedras a los cristales”.

A más ver herman@s, ya queda menos para que la primera esté en Campana y por supuesto, no te olvides de Haití, que dentro de mes y medio llegan las lluvias a la isla y hay mucho por hacer.

martes, 16 de febrero de 2010

Aclararse con Haití

De momento he puesto un tarro vacío de tomate frito, junto a la tele de la cocina con una pegatina motivante..."ráscate el bolsillo colega", "hay que llenar el tarro", etc. Empecé el día 1, ya está por la mitad. El día 28 con lo que haya, haremos la donación. Recojo la sugerencia y la pasta la mandaremos a la cruz roja, claro que creo que tengo que dar una vuelta más de tuerca a los donantes potenciales que pululan por la cocina de mi casa. Estoy detectando un aumento sospechoso de monedas color cobre en detrimento de las doradas o bicolores, sin hablar del papel moneda que de momento brilla por su ausencia.
Una sugerencia y recomendación para todo el que quiera conocer de verdad sin titulares y sin portadas de informativos el día a día de Haití desde el terremoto: el blog de Fran Sevilla en la web de RTVE. Un cuaderno de vitácora de verdad. Os pongo el enlace en los sitios de mi recreo.
Un saludo a toda la peña y "no te olvides de Haití" (Antonio Fraguas "Forges").

jueves, 4 de febrero de 2010

He vuelto y tengo que hablar de Haití.

Ya echaba de menos aporrear el teclado pero quiero dejar claro que lo sigo haciendo por uno de los motivos de mi declaración de intenciones de esta aventura bloguera y que quiero recordar aquí: “la verdadera creencia de que seguro que la mayor utilidad la tiene para el que escribe”.
Necesito esta espita para aliviar la presión, para sobrevivir a los informativos, a las caras de cabreo que ves por la ventanilla del coche cuando vas al curro, a las portadas de la prensa, a los sarcasmos de los tertulianos radiofónicos, a la puñetera nube que lleva instalada en esta bendita tierra del Sur desde principios de diciembre y que no para de chorrear agua y, finalmente, para divertirme joder, a ver si pasan ya las borrascas y podemos volver al campo que ya va siendo hora.

Por algún lado tengo que empezar y son muchas las cosas que quiero contar y los sentimientos que quiero mostrar. Y en este primer post de este año, por orden de entripamiento visceral, no puedo evitar tener que hablar de Haití.

Las campañas institucionales, los grandes gestos, las declaraciones de nuestros mandatarios son muy de agradecer, los aviones cargados de ayuda humanitaria, los cientos y miles de personas que dejan todo para ir a ayudar a los “damnificados del seismo”. Todo sirve, pero este primer mundo, este hemisferio, este mundo rico y despilfarrador que mira para otro lado la mayoría de las veces cuando el segundo o tercer mundo sufre hambre y desesperación, creó el siglo pasado un invento que aparte de servir para mantener funcionarios inútiles, debe liderar y organizar el rescate de este país que ha escenificado lo que algún misionero ha dado en llamar el fin del mundo. Estoy hablando de las naciones unidas, de la onu, que por cierto no se por qué hay que poner con mayúsculas, dicho sea de paso.

La ONU, básicamente tiene que estar para estas situaciones. Hace unos días la viñeta del País de “el roto” representaba a dos supervivientes del terremoto de Haití preguntándose cómo iban a dar de comer a toda la gente que había venido a ayudar. Y tienen más razón que alguno de los santos de nuestras iglesias. Aquí es donde tienen que dar la talla los tecnócratas, los organizadores, los gestores. Esperemos que la cordura ilumine los gobiernos y dejen paso a los que puedan canalizar y hacer llegar las ayudas a todos estos desesperados. Y por favor, queridas televisiones, dejemos de hacer protagonistas de las noticias a los periodistas que transmiten vía satélite desde el escenario de la tragedia y centrémonos en ayudar.

Hagamos como Forges que en su viñeta diaria del Pais siempre pone en una esquinita, “pero no te olvides de Haití”. Seguramente es muy recomendable buscar un poco de cachondeo diario, de risa, aunque sea risa floja pero en medio de todo, guardemos aunque sea un instante para acordarnos del sufrimiento de esta gente.

Y para colaborar, para ayudar, hagámoslo fácil, de forma anónima, hagamos que Haití deje de ser noticia por haber anticipado el fin del mundo y no nos dejemos abrumar por las cifras de miles de muertos, de miles de amputados, de miles de huérfanos, de miles de personas sin hogar, sin futuro. No soy una persona de acción, no me veo con un casco removiendo escombros e intentando sacar gente de entre las ruinas de sus casas, pero pienso que pequeñas inciativas pueden convertirse en algo tangible y que pueden contribuir a cambiar la triste realidad de los que unicamente han conservado su vida. En un próximo post contaré con más detalle mi pequeña e insignificante contribución que voy a poner en marcha y que confío en que sirva para algo.

Prometo que mi próximo post será más divertido. “Pero no te olvides de Haití”.