martes, 1 de septiembre de 2009

Apología del vino

Mi amigo Alberto, que hace pocos años compró un pequeño viñedo en alguna parte de la provincia de Huelva y del que según sus palabras sale más vinagre del que desea, dice que lo que más le ha sorprendido del cultivo de la vid es la capacidad de renacer. De unas cepas que llegan durante el invierno a secarse casi completamente y a soportar temperaturas extremas, no puedes ni siquiera imaginar que comiencen a salir racimos de uva como por arte de magia y que luego en las más de las menos nos hagan regocijarnos tanto.

En una escena de la película “un buen año” de Russel Crowe, un viejo vividor y vinatero le decía a su sobrino: “un vino nunca miente, si lo haces mal, el vino se lo dirá a tu paladar".

Y cuanta razón que tiene. No tengo el conocimiento de los buenos catadores, pero poco a poco he ido educando (mas bien entrenando) la vista, el gusto y el olfato como para al menos distinguir un buen vino de otro de tetrabrick, de tanta aceptación en bordillos, parques y calles de nuestras ciudades.

Estamos en septiembre y me he suscrito a un club de vinos a través de una web (http://www.vinissimus.com/), a la que llegué buscando un vino que el pibón y yo catamos en el restaurante Huerta de la Merced de Gines, del que en otra ocasión contaré sus bondades y placeres.

Durante el mes de septiembre me vuelvo bastante receptivo a todo lo relacionado con el vino, debe ser que en este divino caldo ahogo la depresión del final del verano. Aunque es difícil no ser receptivo en esta época porque el bombardeo de información es fino (la salida de los temporeros a Francia para la vendimia en todas sus versiones de callejeros por el mundo, andaluces por el mundo, Andalucía y España Directo e imagino que todas las regiones en directo; noticias del tipo “comienza la vendimia con incertidumbre sobre el precio de la uva”, “la pisá de la uva, una fiesta con tradición”, “Se hace la vasectomía accidentalmente al intentar cortar un racimo de uva en el comienzo de la vendimia”, …)

Y no nos olvidemos que después de la vendimia y con los primeros fríos llega el mosto aljarafeño, de inolvidable recuerdo para mi amiga Mª Luz que no pierde ocasión en abandonar su amada Barcelona para “bajar” a catar y a manducar los manjares y caldos propios de la época. Del mosto aljarafeño, recomiendo con toda mi admiración este enlace a una web, paradigma de la cultura y la buena vida: http://www.apoloybaco.com/MostoSevilla.htm

Y como el que va a un entierro y no bebe vino, el suyo viene de camino y dado que recientemente no he asistido a ninguno, imagino que tampoco vendrá mal hacer un poco de tratamiento preventivo y dar buena cuenta de poción tan recomendable.

Seguiré hablando de vinos, desde de la modestia de mi disfrute y desde la humildad de un admirador de este mundo. Viva Umbrete.

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