A lo largo del tiempo, asoman la cabeza entre la multitud ciertas personas dotadas por la divinidad de un don especial. En muchas ocasiones ese don eclipsa el resto de su persona, algunos aprenden y llegan a saber convivir con él y creo que otros son incluso víctimas de él. Seguramente el que la vida te haya favorecido con un don, tarde o temprano acaba pasándote factura, si no estás atento.
Tenemos la tendencia a confundir el don con la persona o la persona con el don, tanto da que da lo mismo, sin reparar en saber o conocer algo del resto, de escarbar un poco bajo la superficie. Claro que igual nos importa un pimiento, nos da igual esta o aquella miseria, propia de la basura televisiva tipo Belén Esteban, Jorge Javier, Cantizano, Patiño, Carmele o Mariñas. A nosotros lo que nos toca la fibra es su don, su arte, su obra. Realmente, a quién le interesa que Janis Joplin se metiera por cualquier orificio humano posible cualquier cosa que le colocara o que fuera una jipi de limusina. Con lo que me quedo es con esa voz cortada de blues estirando el estribillo de summertime hasta doler.
Importa algo que el queso de Cabrales huela a desecho humano? Importa el sabor. Importa que tus amigos se pulan la cazuela de almejas? lo que importa es mojar en la salsa. Somos capaces de soportar el olor, el dolor de la ausencia en pos de lo que nos interesa en cada momento.
Pues señores, si somos capaces de zarpar con nuestra flota de pan de Alcalá y cruzar la cazuela con éxito, busquemos la esencia. Miremos por debajo, miremos por encima del monitor, analicemos si nos provoca algo en la piel. Es fácil, piel de gallina o sarpullido. Placer o grima. Arrastrémonos a través de las letras hasta alcanzar los dedos que pulsaban el teclado y tiremos, a ver qué pasa.
Después decidiremos si es importante o es superfluo, si nos enriquece o desilusiona, como los michelines de Miguel Bosé o la afición por la infancia de Michael Jackson. A mí que Janis Joplin, Hendrix o los Stones, se peguen o se hayan pegado la vida o mala vida que quieran, francamente me la trae al pairo, si se me siguen poniendo los bellos de punta cuando oigo los acordes de Wild Horses o cualquier flipe sonoro de estos magos. Pero también es cierto que ahora que me toca transmitir a mis hijos opiniones cuando me preguntan, y vaya lujo señores que te pregunten por algo, intento no ocultarles también el walk on the wild side, el paseo por el lado salvaje, de estos genios, como diría Lou Reed. Después que valoren. Quizá dejo entrever el miedo que me da de que puedan ser atraidos por el lado oscuro de la fuerza. Pero hasta para esto hay que entrenarlos.
Una curiosidad para terminar. Leonard Cohen compuso una canción dedicada a Janis Joplin después de pasar una noche juntos en el legendario Chelsea Hotel de New York, en la que entre otras lindezas le decía lo siguiente:
“Ya eras famosa, tu corazón era una leyenda. Volviste a decirme que preferías hombres bien parecidos pero que por mí harías una excepción…Te recuerdo claramente en el hotel Chelsea. Eso es todo, no pienso en tí muy a menudo.”
Por cierto, mi colega Jorge Martín canta una versión de este tema en plan acústico que voy a intentar colgar para que lo flipéis. Hasta más ver herman@s.
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